“Sin esto, no hay solución. Estas son las condiciones para que el ‘país que es un mensaje’, como dijo el papa Juan Pablo II, siga dando su testimonio”, afirmó el patriarca.
Según él, el Líbano es una excepción en Oriente Medio: “Allí hay un sistema democrático, muy diferente de lo que existe en los países vecinos. Si mira a los vecinos, verá países en los que sólo hay un partido político y una autoridad que gobierna sin compartir el poder. Son países que no han firmado la Carta de los Derechos Humanos y que viven bajo dominación musulmana. En cambio, en Líbano hay muchos partidos y el poder está repartido. No hay una religión de Estado ni dominación musulmana, y los dirigentes han firmado la Carta de los Derechos Humanos”.
Este encuentro permitió a Thomas Heine-Geldern hacerse una idea más clara de la situación, que es preocupante pero que no está totalmente desprovista de esperanza. “El Líbano atraviesa una situación muy mala, pero no desesperada; todavía hay esperanza porque hay negociaciones y voluntad de acordar una persona apropiada para gobernar”, opina.
Durante la reunión, se destacó la importancia de la educación como clave para que este espíritu de tolerancia siga floreciendo, a pesar de las dificultades sociales y económicas como la enorme inflación que viene afectando al país en los últimos años. La red de escuelas de la Iglesia, que educa a cristianos y musulmanes por igual, desempeña un papel especial. "Todavía hay instituciones como escuelas, universidades y hospitales que son el instrumento del mensaje de la Iglesia. Estas instituciones se han perdido en gran medida en los países árabes porque fueron nacionalizadas”.