En pocos días y cuando aún tengamos en nuestra retina las maravillosas imágenes y sensaciones que nos dejó el eclipse de sol, llega a nuestro país el franciscano keniata Peter Tabichi galardonado como el mejor profesor del mundo por el Global Teacher Prize. Sus esfuerzos por llevar alumnos a la escuela pasan por los clubes de ciencia y los clubes de la paz un tema que por estos días ha llenado nuestra prensa.Para conocer un poco más de él, de su vocación y de su tierra Kenia, les dejamos extractos de una entrevista realizada por el diario Clarín, primera parada de su gira latinoamericana que lo traerá también a Chile, Brasil y Colombia.
Entrevista con Clarín
“El mejor maestro del mundo” en la Argentina: “La ciencia es central para mejorar los aprendizajes y a la sociedad”
El keniata Peter Tabichi (36) enseña Ciencia y Matemática en una zona muy pobre y violenta de su país. Logró incrementar la matrícula escolar y que muchos de sus alumnos ganasen las competencias científicas.
Veinte horas le llevó a Peter Tabichi (36) llegar desde Nairobi, Kenia, hasta Buenos Aires. Atrás quedó ese país del Este africano donde nació, creció y, con los años, se transformó en docente. Pero no en un docente cualquiera: profesor de Matemática y Ciencias, Tabichi dedicó los últimos años a trabajar en una escuela secundaria en una remota aldea del Valle de Rift, en Kenia, que sufre por la sequía, el hambre y la violencia entre tribus. Pese a estas carencias, Tabichi logró incrementar la matrícula escolar y que muchos de sus alumnos ganasen las competencias científicas.
¿Cómo lo hizo? Tabichi, que además es fraile franciscano, apostó por la enseñanza de la Ciencia y también por la formación en la paz. Por este trabajo sostenido fue elegido este año como “el mejor maestro del mundo”, en la última edición del Global Teacher Prize, que se hizo en marzo en Dubai. Un certamen que entrega como premio un millón de dólares -para ser invertido en el proyecto educativo. Ir a recibir el premio significó, para Tabichi, su primer viaje en avión fuera de su país.
“Elegí ser maestro por el rol en la sociedad. Es algo grande. Mi familia así lo considera. Mis padres eran maestros, y me inspiraron a serlo. En toda mi familia valoran mucho esta profesión”, dice Tabichi.
Una de sus grandes contribuciones fue haber creado lo que él llama los “clubes de ciencia” en el colegio Keriko Secondary School de Pwani, donde el 95% de los chicos es pobre y un tercio huérfano de padre y/o madre. Y donde los problemas de drogadicción, embarazos adolescentes y suicidios están a la orden del día.
En ese contexto, dice Tabichi, la ciencia es lo que más motiva a los estudiantes –que tienen entre 11 y 16 años- a ir al colegio y, aún más importante, no abandonarlo. De hecho, cuando él empezó en el Keriko en 2015, el colegio tenía unos 200 estudiantes, hoy son 480. Algunos recorren 7 kilómetros por día para llegar. Hay 58 alumnos por clase, en promedio, y una sola computadora con una Internet de muy baja calidad. Pero los clubes de ciencia dirigidos por Tabichi atraen, a tal punto que el 60% de los proyectos de investigación que hicieron calificaron en las competencias nacionales de ciencias. Y dos estudiantes del colegio fueron premiadas este año en una feria internacional de Ciencia e Ingeniería en los EE.UU por el desarrollo de un dispositivo que ayuda a personas con disminución visual y auditiva.
Utilizan la robótica como herramienta para enseñar a razonar mejor a los alumnos.
Antes de llegar al Keriko, Tabichi trabajaba en una escuela privada. La decisión de cambiar fue suya. Quería nuevos desafíos, dice. “La escuela privada estaba muy equipada. Cambié para estar en contacto con los desafíos que valen la pena. En Nakuru hay familias pobres, con carencias, sin equipamiento ni infraestructura. En esta escuela, un profesor puede cambiar mucho las cosas, y esto me reconforta”, dice.
“Puse el foco en los clubes de ciencia porque es la mejor manera de que estos estudiantes estén juntos. Es la mejor forma de apoyarlos. La ciencia los motiva, los hace ser en definitiva mejores personas. Yo integro mucho la tecnología en las clases, y ves cómo ellos se van motivando y van trabajando en diferentes áreas científicas. Con esto ellos trabajan en grupos, forman equipos de trabajo, se hacen más creativos, tienen que mostrar sus ideas, hacer presentaciones. La ciencia es central para mejorar los aprendizajes y a la sociedad”.
Además de la pobreza, el otro gran desafío que tiene Kenia es la paz. Especialmente, desde el año 2007 cuando se desató una fuerte lucha interna entre las diversas tribus de ese país. La herramienta que encontró Tabichi para esto son los “clubes de paz”. Lo explica de este modo: “Este club da la posibilidad a los estudiantes, de familias de distintas tribus, a trabajar juntos. Les enseñamos a ser ciudadanos globales, a pensar en forma global, más allá de que pertenezcan a una tribu en particular. Son muchas actividades: una de ellas, es debatir, discutir acerca de cómo obtener la paz. Para que dejen las armas, hacemos deportes, como jogging, salimos a correr todos los días. También plantamos árboles, eso los conecta con la paz y el medio ambiente.
– ¿Cree que esto puede contribuir a la paz en toda Kenia?
– Sí, porque si otros docentes hacen algo similar, es posible que se unan más los estudiantes y cuando crezcan sus familias estén más unidas. Esperamos que esto inspire a otra gente. Después del club, cuando los estudiantes vuelven a sus casas, llevan el mensaje de paz a sus familias, padres, tíos. Esto es muy fuerte.
Consultado sobre qué piensa hacer con el millón de dólares del premio, Tabichi dice que está “planificando enfocarse en algo que tenga impacto en la comunidad. Quiero que se invierta en recursos que están faltando: no hay Wi Fi, algunos estudiantes llegan sin saber qué es Wi Fi. La idea es, también, darle más acceso a libros de texto”.
– ¿No debería hacer esto el gobierno?
– Lo que pasa es que hay muchos desafíos para nuestro país. Desafortunadamente, el gobierno no puede hacerse cargo de todo. Hay tantos desafíos, como la escasez de docentes, la escasez de agua en muchos lugares, tanta gente que vive en la pobreza, no hay medicina para todos… El gobierno está tratando de hacer lo mejor, pero hay que tener en cuenta que hay prioridades. No se puede hacer frente a todos los desafíos al mismo tiempo. Yo puedo contribuir con esto en educación, otros en recursos para el agua, y así ir ayudando entre todos.
– ¿Que le recomendarías a un joven argentino que empieza a ser docente?
– La docencia es una gran profesión. Y es una profesión que multiplica otras profesiones. Sin docentes no habría doctores, sin docentes no habría ingenieros, sin docentes no habría gente rica. Podemos decir que los docentes están en el centro de la sociedad. Y que cuando una sociedad tiene buena educación, cambia. Y a medida que hay buena educación, hay más docentes. Los maestros juegan un rol muy importante. Es una buena profesión, les permitirá interactuar con sus estudiantes y así transformar sus vidas.