La Iglesia no abandonará al pueblo
Además de la amenaza de la guerra, los ucranianos tienen que hacer frente a una economía en declive y a una crisis energética y de gas, que afecta a toda la sociedad, incluidos los sacerdotes y los miembros de las órdenes religiosas. Parte de la respuesta de la Iglesia ha sido ayudar a la gente a encontrar formas alternativas de calentar sus casas en invierno, para evitar la excesiva dependencia del gas que viene de Rusia.
Los más afectados son los que viven en la parte oriental del país, donde el conflicto militar ya no es una amenaza, sino una realidad desde hace ocho años. "Quería visitar Donetsk y Luhansk, pero me dijeron que esto podría ser mal utilizado como propaganda o ser visto como una provocación. Por el momento, he pospuesto la visita. Sufro por ello, porque están completamente aislados", dice monseñor Kulbokas.
Algunas organizaciones católicas como Cáritas actúan sobre el terreno, y ACN lleva varios años prestando asistencia para ayudar a la Iglesia católica a apoyar a los refugiados, a los pobres y a los sacerdotes y religiosos, que en su mayoría también viven por debajo del umbral de la pobreza.
"La mayoría de las personas de la zona de Donetsk y Luhansk tienen más de 65 años y hoy no pueden recibir sus pensiones. Nos enfrentamos a una grave crisis humanitaria en este territorio y la asistencia es cada vez más difícil. Los sacerdotes son los únicos mediadores que pueden viajar y llevar algunos recursos", explica el arzobispo mayor Shevchuk.