Hoy, domingo 21 de octubre, se celebra el Domingo Mundial de las Misiones (DOMUND). Es el día escogido por la Iglesia para recordar la importancia de la Misión.Recientemente desde el Vaticano se nos ha recordado que todavía hay más de un 40% del planeta que no conoce a Cristo. Que queda mucho por hacer lo confirman las estadísticas. Según los datos de 2016 publicados por la Agencia Fides, los católicos son el 17.67% de la población mundial. En el mundo existen actualmente 983 “territorios de misión” en los que se desempeñan casi 50 mil sacerdotes y 370 mil catequistas. Ellos, en cuanto misioneros, se han comprometido a anunciar el Evangelio a los 3,500 millones de hombres que todavía no lo conocen y que representan las dos terceras partes de la humanidad. Como puede apreciarse, el llamado universal a la salvación está más vigente que nunca y el encargo que Cristo nos dejó de predicar la Buena Nueva es un mandato siempre actual.
El Día Mundial de las Misiones nació tras la publicación en el 1919 de la carta apostólica “Maximum Illud”, de Benedicto XV. En ella recordó que evangelizar no es lo mismo que colonizar. Fue un documento que marcó el espíritu de las misiones y que el año que viene cumplirá su primer centenario. Se conmemora la Misión como elemento central de nuestra fe, el penúltimo domingo de octubre. Nos acercamos a los 100 años de esta celebración. Por eso el Papa pidió que en octubre de 2019 se conmemore este acontecimiento de modo especial en toda la iglesia.
El Cardenal Fernando Filoni, Prefecto de Propaganda Fide enfatiza la importancia de tener conciencia de la Misión: “Esto es importante porque quiere decir que el anuncio del Evangelio no ha finalizado aunque a veces se perciba que el entusiasmo ha decaído. El Papa dice que la vida es una misión. Por tanto: no hay vidas inútiles porque cada una tiene en sí una dimensión misionera”.
A lo largo de la historia la Iglesia ha experimentado permanentes crisis y mutaciones. Hoy, el Catolicismo ofrece a lo largo del mundo contrastes que llaman a la evangelización. Mientras en Europa, antaño cuna del catolicismo, parece disminuir el ímpetu evangelizador, en otros lugares del mundo hay jóvenes que están dispuestos a morir por su fe. Por una parte, disminuye en muchos lugares el número de sacerdotes. Pero por la otra, en el Vaticano señalan que hay indicios de una renovación misionera hasta en los lugares más apagados. Y muchos misioneros anónimos que arriesgan la vida en su misión evangelizadora. El Papa, de hecho, durante una de sus misas diarias en Santa Marta recordó el ejemplo de un joven asesinado por fundamentalistas. “Y esto no es algo de los primeros siglos –dijo el Santo Padre- “Esto ocurrió hace dos meses”.
Se hace indispensable recobrar la mística por difundir la Buena Nueva del Evangelio. El P. Fabrizio Meroni, director de Agencia Fides nos lo recuerda: “El corazón de esta iniciativa es volver a despertar el ardor, la pasión, el celo por la misión de la Iglesia con la peculiaridad de poner en el centro de este despertar la ‘missio ad gentes’, es decir, recuperar con energía la idea de evangelizar a los no cristianos”.
Para recuperar ese ardor del que habla el P Meroni, es necesario previamente ver el enorme potencial de religiosidad que es posible encontrar en los lugares más apartados. “Desde la base están naciendo muchas hermosas iniciativas que involucran a laicos, sacerdotes, religiosos” –dice Monseñor Giampietro del Toso, Presidente de las Obras Misioneras Pontificias-. “Quizás no son visibles, pero las hay, también en países que aparentemente parecen descristianizados”.