los precios de los alimentos a causa de la pandemia del coronavirus, hace presagiar una futura hambruna provocada por el hombre en muchos de estos países. Según el Centro de Estudios Estratégicos de África, solo en Malí y Burkina Faso la violencia extremista ya ha provocado una inseguridad alimentaria que afecta a más de tres millones de personas.
¿Cuáles serán las consecuencias a largo plazo y qué consecuencias tendrá para la libertad religiosa?
Si no se controla, el ciclo de violencia, desplazamiento y hambruna seguirá degradándose, provocando ulteriores consecuencias a largo plazo como declive económico, inestabilidad política, profundas fisuras entre las comunidades étnicas y, finalmente, la destrucción del pluralismo religioso tradicional. Esta última preocupación es especialmente grave en áreas donde musulmanes y cristianos han convivido hasta ahora en paz. Aunque musulmanes y cristianos sean igualmente víctimas de la violencia extremista, con la creciente radicalización islamista, los cristianos tienden a convertirse cada vez más en un objetivo específico de los terroristas, eliminándose así el pluralismo característico y religioso -y la armonía- de la región. Frustrados por la pobreza absoluta, los jóvenes, vulnerables al reclutamiento extremista, seguirán sintiéndose atraídos por el atractivo de la riqueza y el poder, prolongándose así la crisis. Al final, la combinación de estos factores forzará a la comunidad internacional a reaccionar, sobre todo por interés propio resultante de la creciente migración dentro de África y también hacia fuera de África. Esperamos que, a esta altura, no sea demasiado tarde para que las poblaciones locales recuperen una paz duradera.
¿Cuáles son los países más afectados por ello?
Aunque una de las peores situaciones, según la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), se da en la República Democrática del Congo, con casi 22 millones de personas en situación de inseguridad alimentaria aguda -la cifra más alta del mundo-, otra zona muy preocupante es Burkina Faso debido a la ferocidad de la violencia y al rápido aumento de los desplazados internos. Según la misma fuente, se trata de la crisis de desplazados de más rápido crecimiento del mundo. Así, en solo dos años, más de un millón de personas se han visto obligadas a abandonar sus hogares y, entre enero de 2020 y enero de 2021, las personas que necesitan ayuda humanitaria han aumentado hasta los 3,5 millones, lo que supone un incremento del 60% en un año.