El viernes, 10 de febrero, el cardenal Beniamino Stella finalizó su gira por las diócesis de Cuba. Es este un país que conoce muy bien desde que, como nuncio apostólico y embajador de la Santa Sede, recibiera al papa Wojtyla en su histórica visita a la isla de enero de 1998.
Precisamente por haber sido un testigo especial de aquel viaje, el papa Francisco lo envió ahora, como su representante, a las conmemoraciones, que han movilizado a los fieles de todas las diócesis. Estos actos han permitido al cardenal Stella subrayar la importancia del papel de la Iglesia entre los más desfavorecidos de la sociedad.
En la homilía de la misa, celebrada en la residencia de ancianos de Santovenia, el cardenal se refirió al “elocuente testimonio” que las religiosas y miembros de distintas congregaciones religiosas ofrecen cada día “en su servicio a los más necesitados, a los enfermos, a los ancianos y a los pobres”.
Es esta una labor fundamental que se lleva a cabo, dijo, “en medio de innumerables y complejos desafíos”. El prelado enumeró algunas de dichas dificultades: “la escasez de alimentos, bienes y medicinas”, añadiendo que esta situación, agravada por la pandemia del coronavirus “y otros factores”, pone a prueba a diario la “paciencia” y el “entusiasmo” de todos aquellos que han abrazado la vida religiosa y se dedican a los más débiles de la sociedad.
La importancia de la misión de la Iglesia en la sociedad y la promoción de la reconciliación fueron dos de los puntos principales de sus mensajes durante sus 18 días en Cuba, también del discurso que pronunció en la Universidad de La Habana el miércoles, 8 de febrero, en presencia del presidente cubano Miguel Díaz-Canel.
En dicha ocasión, el prelado habló de la necesidad de promover en la isla “una auténtica reconciliación y fraternidad” que permita “a los jóvenes realizar sus sueños y proyectos en Cuba”, sin “odio ni conflictos entre hermanos”.