Las Misioneras de Jesús Verbo y Víctima trabajan en zonas remotas, pobres y difíciles donde no hay sacerdotes o son demasiado pocos. Esta congregación, fundada en Perú en 1961, actualmente está presente en siete países iberoamericanos. Las religiosas rezan con los fieles, consuelan a los enfermos y moribundos en su último viaje, les llevan la Sagrada Comunión, bautizan a niños, dirigen funerales y liturgias de la palabra, e imparten la catequesis. Pero también ayudan a la gente con las preocupaciones y necesidades concretas de su vida cotidiana. Su abnegado servicio se nutre de su vida contemplativa de oración.
Desde 2015, la congregación también está presente en Cuba. Así, en la diócesis de Santa Clara, donde hay más de 27.000 fieles por sacerdote, cuatro religiosas tienen su centro en Guasimal, desde donde atienden a unas 9.000 personas de ocho parroquias diferentes.
La zona es extremadamente pobre, y la mayoría de los habitantes viven de la pesca, la agricultura o la cría de animales. La Hna. Verónica nos cuenta: “A pesar de todas sus desgracias, son personas muy amables y alegres, llenas de esperanza, que tienen necesidad de experimentar el amor misericordioso de Dios y de conocer al Dios que siempre estuvo y estará con ellas. Nuestra esperanza está depositada en los niños, y aunque a veces el viento sople de frente, nosotras miramos al Señor crucificado y le pedimos la gracia y la fuerza para continuar con esta hermosa labor”.
Sin embargo, estas religiosas no tienen ingresos, por lo que dependen de nuestra ayuda. Nosotros queremos apoyarlas con una ayuda al sustento de $ 3.754.160 (4.000 euros) para un año.