La de por sí mala situación económica en Crimea está empeorando, desde que la península del Mar Negro fue anexionada por Rusia, los salarios y los ingresos han caído, mientras que los precios de los alimentos han aumentado. Una situación que afecta especialmente a las personas modestas.
“En comparación con 2013, en la primera mitad de 2017, los salarios eran un 18 por ciento más bajos y las pensiones un 14 por ciento menores”, afirma el obispo católico de Odesa-Simferopol, Mons. Jacek Pyl, OMI. “La pensión media en Crimea es de unos 8.500 rublos; es decir, 110 euros. Una de cada tres personas vive con el riesgo de caer en la pobreza en un futuro próximo”. Sin embargo, en contraste con la caída de los ingresos, el coste de la vida ha aumentado considerablemente debido a las prohibiciones de importación de alimentos como la carne, el pescado, los productos lácteos, las verduras, las frutas y los frutos secos, que Rusia impuso en respuesta a las sanciones: “Dentro del país, los precios de estos y otros productos se han duplicado desde 2014, y algunos de los precios de los bienes de uso diario son incluso tres veces más altos”, se lamenta el Obispo.