En la homilía de ese día, Mons. Fernando Ramos recordó la importancia de reabrir las puertas de la Iglesia como un signo de vida: “Las parroquias y los templos parroquiales no sólo tienen un valor arquitectónico, sino que representan a la comunidad que se ve retratada en ella”.
La primera etapa del proyecto de reconstrucción fue el templo, luego vino la casa parroquial, inaugurada el viernes pasado, y la comunidad ya sueña con poder comenzar la tercera etapa, que dará vida a un espacio de encuentro multicultural en el corazón de Santiago.
Signos elocuentes de lo que significa la casa de Dios en la comunidad, más aún en una feligresía como la de San Saturnino, que ha dado muestras de acogida con las personas en situación de calle y con los migrantes. Y que mantiene sus puertas abiertas para recibir a todos los que se acercan a ella.
Luz María Rodríguez nos explicó que “una vez más vemos la generosidad de nuestros donantes, que buscan ayudar a comunidades vivas que se ven en la necesidad de reconstruir lugares fuertemente dañados por la naturaleza para seguir compartiendo y viviendo su fe”.