Desde 1997, las Hermanas Vicentinas están presentes en Vitoco, en el suroeste de Colombia. Esta misión, ubicada en las montañas, incluye ocho reservas indígenas y 36 aldeas. Los desplazamientos son largos y penosos, e incluso en auto demora de dos a tres horas llegar a las aldeas. Además, sólo una vez al día circula por la zona un bus, por lo que a menudo hay que caminar durante horas.
La población ha sufrido mucho a causa de conflictos armados, y a ello cabe añadir la pobreza extrema que reina en esta zona desatendida y remota.
Las cuatro religiosas que trabajan en esta misión tienen mucho que hacer: curan a los enfermos, imparten la catequesis, preparan a los fieles para recibir los sacramentos, trabajan en la pastoral vocacional, realizan visitas a domicilio a ancianos, enfermos y familias y asesoran a personas que atraviesan crisis y padecen problemas graves, como, por ejemplo, embarazos no deseados, abusos, experiencias de violencia, drogadicción, tendencias suicidas o cuando un miembro de la familia corre peligro de unirse a un grupo armado.
En lo económico, las hermanas atraviesan grandes dificultades, ya que realizan su labor desinteresadamente, pero, a pesar de su modesto estilo de vida, los gastos no cesan de aumentar. Aunque cultiven su propia verdura y vendan ropa usada por poco dinero, y aunque los fieles las apoyen con parte de sus cosechas, apenas pueden subsistir.
De ahí que la hermana Luz Elena Medina Agudelo nos escriba: «Apelamos a su generosidad y les pedimos que tengan la bondad de apoyarnos para seguir sembrando el Reino de Dios en estas zonas indígenas. Estamos muy contentas de ser misioneras y llevar el nombre de Jesús a estas personas, pero necesitamos que nos echen una mano en lo económico para poder dar continuidad a nuestra misión y a nuestra labor pastoral y social en favor de los más pobres».
Nosotros les hemos prometido un total de $ 3.940.840 (4.000 euros) de ayuda al sustento para este año.