El pueblo de la República Centroafricana necesita urgentemente ayuda humanitaria, ya que la guerra y los disturbios políticos han arrasado al país. En una nación pequeña, con poco más de 4.5 millones de habitantes, miles han sido asesinados, heridos y casi un millón de personas son desplazados internos.
La crisis comenzó en la República Centroafricana después de que el grupo militante Séléka tomara el poder en 2013. Después de disolverse, el grupo de milicias, predominantemente mercenarios musulmanes de países vecinos, no renunció a sus armas.
Pequeñas bandas de ex combatientes de Séléka han causado estragos al saquear y violar. Si bien Séléka no era un grupo islamista, algunas facciones ex-Séléka han apuntado a cristianos e instalaciones administradas por la Iglesia.
Milicias anti-Balaka (literalmente anti-machete) se formaron para proteger algunas áreas de los ex combatientes Séléka. Están formados por no musulmanes. Pero muchas milicias anti-Balaka han buscado el poder por sí mismas. Ambas partes han aterrorizado a cristianos y musulmanes por igual, causando un enorme sufrimiento.
Se estima que "alrededor del 80 por ciento del país está controlado por grupos rebeldes", que disputan la riqueza mineral del país.
Sin embargo, la Iglesia está respondiendo a la crisis con amor, y ACN está respaldando su trabajo, vital para miles de personas. En muchas zonas de Centroáfrica, las ONG se han marchado y la Iglesia es la única institución presente. Es fundamental no abandonar a tantos misioneros que predican, con palabras y obras, el perdón y la misericordia en una sociedad golpeada. Desde la Fundación Pontificia Ayuda a la Iglesia que Sufre hemos enviado en los últimos años más de 2,7 millones de euros de ayuda de emergencia para atender a los desplazados, reconstrucción de templos, intenciones de Misa para sacerdotes y formación del clero.