Ya son cinco años de inseguridad, ¿cómo se han adaptado las comunidades de creyentes a esta situación?
La diócesis de Dori sigue funcionando y asegura la presencia católica en el Sahel, aunque sea en un espacio reducido y con dificultad. Los sacerdotes organizan las misas, la catequesis, los sacramentos y los encuentros pastorales a diario. Las religiosas, a excepción de dos comunidades que han cerrado, dirigen las obras diocesanas: la escuela primaria de Dori, el colegio femenino de Dori, el Centro de Acogida Misionera del Buen Pastor de Dori y el Centro “Las Dunas” de Gorom-Gorom, que incluye: un orfanato, una maternidad, un dispensario, un almacén farmacéutico y alojamientos. Además, las religiosas participan en las actividades parroquiales de catequesis, liturgia, acompañamiento de los Movimientos de Acción Católica (MAC) y Grupos y Asociaciones Espirituales (GAS). Los catequistas están reagrupados en las principales ciudades de las parroquias funcionales, donde se dedican a la catequesis en las lenguas locales, a la liturgia y sobre todo a animar a las Comunidades Cristianas de Base (CCB) a las que pertenecen. La diócesis también mantiene el contacto con las demás diócesis del país participando en encuentros nacionales.
¿Como está el ánimo de los católicos en esta situación tan difícil?
El espíritu de nuestros fieles es de perseverancia y resistencia: vivir la fe cueste lo que cueste. Desde 2015, nunca hemos tenido noticias de deserción, abandono o apostasía. Los fieles huyen del terrorismo, contra el que no tienen medios para resistir, pero mantienen su fe. Incluso cuando los terroristas han amenazado a la gente para que se convierta, no han tenido éxito. La gente se ha refugiado llevándose su fe con ella. En Gorom-Gorom y Sebba, se registra un enfriamiento entre algunos fieles que, por miedo a los ataques, ya no asisten a las asambleas dominicales. El compromiso también se resiente a nivel de otras actividades parroquiales. Los agentes pastorales deben encontrar estrategias para animar y apoyar a estos fieles debilitados. La esperanza no quedará defraudada (Rom 5,5).
¿En este contexto como pudieron celebrar la Navidad y la Epifanía?
En las tres parroquias en pleno funcionamiento e incluso en Djibo, las misas de Navidad se celebraron con alegría y gran participación de los fieles. El domingo del bautismo del Señor -debido a que la Epifanía este año era demasiado temprana- se celebró la Navidad infantil en todas las parroquias con la habitual y numerosa participación de niños musulmanes. En Djibo, donde se había suprimido a causa de las condiciones particulares que prevalecen en esa parroquia, los niños musulmanes la reclamaron y me vi obligado a reinstaurarla. Lo pasamos muy bien el pasado domingo 24 de enero. ¡Vivan los niños!
La conferencia episcopal que usted preside desde 2019 también incluye el país vecino Burkina-Niger. ¿Qué noticias les llega de Níger?
Tengo muy pocas noticias de allí. Solo sé que allí también han continuado los atentados, a menudo con un número muy elevado de muertos. La inseguridad unida a la pandemia también ha provocado allí una ralentización de las actividades pastorales. Por ello, los dos obispos de Níger no han podido participar en las Asambleas Episcopales desde febrero de 2020.