de ellos». Sobre todo el norte y el este de Burkina Faso llevan varios años sufriendo ataques de los terroristas islamistas.
«Burkina se está convirtiendo en un objetivo. Somos vecinos de Malí y Níger, donde hay problemas similares. Los ataques siguen la lógica de la conquista».
No obstante, según Mons. Dabiré, en Burkina no hay un problema entre cristianos y musulmanes u otras religiones.
«El país está siendo atacado por diferentes grupos que utilizan el Islam como medio de propaganda o movilización. El Islam de los grupos armados no es el Islam de nuestros hermanos. Los propios musulmanes de Burkina Faso están en el objetivo de los ataques», dijo.
Por lo tanto, el diálogo interreligioso entre cristianos y musulmanes debe continuar e incluso intensificarse. «Tenemos que confiar en que el diálogo de las religiones pueda contribuir a resolver los problemas del país. Pienso especialmente en la cuestión de los refugiados». Debido al terror islamista, hay un número creciente de refugiados internos. «Especialmente en los dos últimos meses, el número ha aumentado debido a la reanudación de los ataques, con muchas víctimas», expone el obispo.
Burkina Faso está siendo asolada por grupos terroristas islamistas desde 2015. Según el informe sobre libertad religiosa de ACN, se ha convertido en una de las principales áreas de operación del yihadismo militante en África. Como consecuencia de ello, el número de desplazados internos asciende ya a cerca de un millón. En torno al 55%, la mayoría de los habitantes del país pertenecen al Islam; alrededor del 24% profesa el cristianismo. El resto pertenece a religiones tradicionales.
ACN apoya a la Iglesia católica en Burkina Faso para ayudar a las personas afectadas por la violencia islamista a encontrar un camino de vuelta a la vida. En particular, apoya especialmente proyectos para la curación de traumas.