Después de esta primera asistencia, lo que urge hoy es “asegurarles un mínimo necesario mientras permanezcan aquí en Dori”, ha dicho el obispo. Y eso será necesario por un tiempo. En primer lugar, porque estas familias hablan exclusivamente gourmantché y, debido a esta barrera lingüística, no pueden ser reasignadas a otras diócesis del país. En segundo, porque su presencia es necesaria para asegurar la vida misionera local y para preparar el relanzamiento de la evangelización tan pronto como las condiciones lo permitan.
ACN ha decidido apoyar a los 18 catequistas y sus familias a reintegrarse socialmente. Un programa de 30.000 euros prevé la financiación de la asistencia sanitaria, que incluye: apoyo psicológico, atención médica primaria, apoyo alimentario y becas escolares. Además, se concederán unos fondos a las familias para que puedan llevar a cabo una actividad generadora de ingresos como la cría de animales o la horticultura, a fin de poder satisfacer sus necesidades de forma autónoma a medio plazo.
La diócesis de Dori, que tiene sólo un 1,8% de cristianos (católicos y protestantes), acaba de experimentar dos tragedias en su parte oriental. La primera fue el 10 de febrero, a 50 km de Dori. “Unos hombres armados entraron en la localidad de Sebba, la capital de una de mis parroquias, donde asesinaron a una persona y secuestraron a un pastor protestante y a seis jóvenes alumnos, al día siguiente liberaron a dos chicas y ejecutaron el resto”, narra Mons. Dabiré. El segundo ataque tuvo lugar el 16 de febrero, a 100 km de Dori. Los terroristas irrumpieron en el pueblo de Pansi, que está en el territorio de la parroquia de San Antonio Abad de Sebba, “para saquear el lugar y luego ejecutar a sangre fría a 24 personas”. Entre ellas estaba Philippe Yarga, el catequista titular del pueblo desde 2017, encargado de la coordinación pastoral de la zona. En la prensa equivocadamente se le confundió con un pastor protestante.