a lo que le dijeron que acababa de incurrir en una blasfemia (!). A esto le siguieron la prisión, la huida de su familia amenazada por los fundamentalistas, la sentencia a la horca... y una odisea judicial que tuvo un final feliz en 2019. No obstante, no hay ira cuando habla de este período tan difícil de su vida, sólo tristeza y cansancio.
Hay otros “Asia Bibi”...
Asia sabe que no es la única que ha corrido esta suerte y quiere usar el altavoz que se le tiende para hablar en nombre de los que todavía están acusados de blasfemia en su país natal. Entonces se anima y su voz, hasta entonces bajita, se vuelve más firme:
“Durante mi detención he sostenido la mano de Cristo, es gracias a él que he permanecido de pie, ¡no tengáis miedo!”. Esta súbita vivacidad nos revela a la mujer de carácter a la que diez años de terribles pruebas no han logrado derrotar; a la mujer que nunca aceptó dejar a su familia o renunciar a su fe, a lo que se la invitó tras su arresto para escapar de la condena.
Sin embargo, tuvo que dejar su país, al que ella espera regresar algún día:
“¡Esa es mi patria, yo amo apasionadamente a Pakistán!”, asegura. Mientras tanto, desea encontrar refugio en Francia: “He encontrado mucho amor aquí, creo que me encontraría bien entre vosotros”.