Seis personas, entre ellas un sacerdote, han sido asesinadas en la mañana de este domingo mientras asistían a misa en una iglesia católica. El templo, construido por ACN, se encuentra en Dablo, una comuna en la provincia de Sanmatenga, en el norte de Burkina Faso.
“Alrededor de las 9 horas, durante la misa, individuos armados irrumpieron en la iglesia católica y comenzaron a disparar mientras los fieles intentaban huir”, ha declarado el alcalde de Dablo, Ousmane Zongo. Según su relato, los atacantes inmovilizaron a algunos de los fieles antes de asesinar a cinco de ellos y al sacerdote.
Según una fuente policial, el ataque ha sido ejecutado por un grupo de hombres armados de entre 20 y 30 personas. “Quemaron la iglesia, luego las tiendas y un maquis (pequeño restaurante o bar) antes de ir al centro de salud donde registraron las instalaciones y quemaron el vehículo de la enfermera jefe”, ha agregado el alcalde. “En la ciudad hay un clima de pánico, la gente está encerrada en su casa, no hay actividad, las tiendas están cerradas, es prácticamente una ciudad muerta”, ha descrito.
La triste noticia fue confirmada por el obispo de Kaya, monseñor Théophile Nare, quien confirmó la muerte del abad Siméon Yampa y cinco fieles cristianos e invitó a los fieles a despedir a “los compañeros mártires de la fe” en un funeral que se realizó esta mañana en la misma Iglesia parroquial donde fueron asesinados.
El director interino de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Alessandro Gisotti, dio a conocer en un tweet que “El Santo Padre se enteró con dolor de la noticia del ataque a la iglesia de Dablo, en Burkina Faso. Reza por las víctimas, por sus familias y por toda la comunidad cristiana del país”.
Este es el tercer ataque a una iglesia en cinco semanas. A principios de abril el obispo de Dori denunció la muerte de cuatro personas de una iglesia católica cercana a su comunidad y solo dos semanas después la violencia tocó a una comunidad cristiana. El pasado 28 de abril una iglesia protestante de la localidad de Silgadji (también en el norte) se convirtió a su vez en el primer lugar de esa fe en ser blanco del terrorismo en la zona. En dicha oportunidad murieron seis personas.
Las escuelas y los maestros también han sido blanco de los grupos, quienes se oponen a la educación occidental.
El ataque se produce dos días después de la liberación en el norte de Burkina Faso de cuatro rehenes por las fuerzas especiales francesas. El país se ha enfrentado durante los últimos cuatro años a ataques cada vez más frecuentes y letales atribuidos a grupos yihadistas, como Ansarul Islam, un grupo terrorista autóctono, así como el Grupo para el Apoyo del Islam y los Musulmanes (JNIM), una organización yihadista que aglutina a otras cuatro, entre ellas AQMI y Al Murabitún, y en menor medida Estado Islámico en el Gran Sáhara (ISGS).
De un 55% a un 60% de los habitantes de Burkina Faso es musulmán, y en torno a un 25% son cristianos. Ambos grupos religiosos suelen convivir en paz y son habituales los matrimonios interreligiosos.
La escalofriante historia de monseñor Théophile Nare
El siguiente es el testimonio del obispo publicado por Vatican News. “Eran las 9 de la mañana de ayer en la iglesia de la parroquia católica del Beato Isidoro Bakania en Dablo, un pueblo a 90 km de Kaya, en el norte del país, en la provincia de Sanmatenga, y la Misa acababa de comenzar, cuando un comando de 20 yihadistas llegó a bordo de motocicletas, rodeando la iglesia. Esta es la escalofriante dinámica del ataque terrorista relatado por Mons. Théophile Nare, obispo de Kaya, al micrófono de Olivier Bonnell, periodista en Roma.
Monseñor señaló: “Es la desolación. Para la diócesis es una gran prueba. La situación de seguridad es realmente precaria en nuestra región, pero hasta ahora no hemos visto un ataque de tal violencia contra una comunidad cristiana: es la primera vez. Llegaron en motocicleta, rodearon la iglesia, empezaron a perseguir a la gente, hubo un gran pánico: los que podían, huían, mientras que los ancianos, que no pudieron escapar, tuvieron que quedarse allí y los terroristas les advirtieron que no se movieran, incluso a las mujeres. El párroco, Don Siméon, que había sido alertado, intentó escapar por una de las puertas de la sacristía, pero lo vieron de lejos, le dispararon y lo mataron. Luego volvieron a la iglesia, revisaron a la gente, requisaron todos los teléfonos móviles y como habían ordenado a un número de personas que se quedaran tiradas en el suelo, dispararon a cinco de ellas y las mataron. Incendiaron la iglesia y luego se dirigieron a la enfermería del pueblo, donde incendiaron algunas estructuras y antes de partir tomaron también las motocicletas de los fieles que habían ido a misa y huyeron con ellas.
Unas horas después de estos trágicos acontecimientos, ¿cuál es el estado de ánimo? ¿Se sientes seguros? ¿El obispado y las iglesias, son seguras?
Usted fue ordenado obispo de Kaya hace poco, hace sólo dos meses. ¿Habría pensado alguna vez que su misión pastoral podría ser tan difícil?