¿Mantienen los sacerdotes contacto con los feligreses que han salido del país o se han ido al oeste de Ucrania donde las cosas están más tranquilas?
Por supuesto, los sacerdotes mantienen contacto con los que se han ido a otros lugares del país y fuera de él. Han creado grupos en las redes sociales, donde pueden darse apoyo, aprender y ayudarse unos a otros. Los sacerdotes que tienen feligreses en los territorios ocupados trabajan de manera similar. También mantienen contacto con ellos en la medida de lo posible. Aunque depende de la situación y a veces no es posible ningún contacto.
¿Cómo hace la Iglesia para ayudar en situaciones en las que un miembro de la familia está en cautividad o ha sido deportado?
Hay prisioneros de guerra. Algunas veces se me acercan sus familiares y me piden ayuda para contactar con el otro bando para sacarlos de alguna manera de allí. Pero yo no tengo ningún contacto con el otro bando; solo me queda escuchar a esa persona y apoyarla. Muchas personas quedan en los territorios ocupados y las familias quedan separadas.
Conocí a un soldado que puede ver su casa con binoculares desde su posición en el frente de guerra. Su esposa y sus dos hijos quedaron en territorio ocupado. Cada día él puede ver a su esposa y a sus hijos desde lejos, pero no tiene contacto con ellos. No los puede llamar. Dice que quisiera abrazarlos, pero no puede hacer ni siquiera una señal.
También hay verdaderas tragedias de personas que han terminado en los campos de filtración de Mariúpol, donde los niños son separados de sus madres. Si alguien tiene algo en contra de una de ellas, crean alguna sospecha y es inmediatamente enviada a prisión y la separan de sus hijos. Hay muchas historias trágicas como estas, muy dolorosas, y no sé bien cómo pueden ayudar los sacerdotes.
¿Piensa que ahora la gente acude más a los sacerdotes a pedir ayuda? ¿Cómo es la atención espiritual de la Iglesia en este tiempo?
Sí, la guerra rompe el sentido superficial de estabilidad y seguridad de las personas. Algunas personas se ofrecen como voluntarias porque de esta manera es más fácil hacer frente a una emergencia; pero la persona de fe sirve porque sabe en quién cree y por qué está ayudando. Esta actitud es una fuente de luz para las personas que no conocen a Dios. Esta es nuestra misión: ayudar a las personas y llevarlas a Dios. Como sacerdotes y laicos nuestra misión es estar siempre atentos porque no sabemos cuándo y quién el Señor pondrá a nuestro lado. Esta guerra ha desvelado el profundo anhelo de Dios en las personas.
En el hospital, visité a una pareja de esposos que habían vivido juntos por sesenta años. Rezamos juntos, después el esposo comentó que había sido la primera oración de su vida y que lo había llenado de alegría. Tres días después, me enteré de que había muerto. Su esposa me dijo que en todos esos años nunca lo había visto tan feliz. Estaba muy agradecida. Su esposo nunca fue creyente, pero tres días antes de su muerte encontró a Dios.
¿Existe cooperación con otras denominaciones cristianas?
No existe cooperación ecuménica en el sentido de que hagamos proyectos juntos; pero hablamos y compartimos experiencias. Por ejemplo, el distrito de Kholodnaya Gora -que quiere decir Colina Fría- donde vive Mons. Mitrofan, obispo de la Iglesia ortodoxa ucraniana, era una zona muy expuesta a los misiles. Cuando le invitamos a quedarse con nosotros, estuvo casi cuatro meses. Viajamos juntos, visitamos enfermos en el hospital, a gente en las estaciones del metro cuando funcionaban como refugio, etc; él con su ropa episcopal y yo con la mía. Ese fue un gran testimonio. Tenemos también contacto con algunas Iglesias protestantes y con la comunidad judía, así como con diferentes voluntarios o emprendedores.