Tenía solo 12 años cuando el mundo de su infancia se derrumbó por completo. Secuestrada, obligada a convertirse al Islam y casarse, Christian Farah Shaheen vivió como esclava durante cinco largos meses, habiendo sido ultrajada, esposada y obligada a trabajar. Su testimonio forma parte del informe de ACN “Escucha sus gritos”, en el que se denuncia una cara oculta de la persecución religiosa contra la comunidad cristiana…
Farah vivía en Faisalabad con su padre, su abuelo, tres hermanos y dos hermanas, cuando el 25 de junio de 2020 fue secuestrada en su casa. Llamaron a la puerta y el abuelo fue a abrir. Nadie podría haber imaginado lo que sucedería… Tres hombres irrumpieron en la casa, agarraron a Farah y la sacaron a rastras, indiferentes a los gritos de la niña, las súplicas de su abuelo y sus hermanos. Se la llevaron y la subieron a la fuerza a una camioneta que estaba estacionada en la calle.
“RECÉ TODAS LAS NOCHES…”
La policía tardaría tres meses en completar un primer informe sobre el secuestro. Un “reporte de ocurrencia”, en la jerga oficial. Pero no fue hasta diciembre, es decir, cinco meses después de que se la llevaran a la fuerza, que Farah fue descubierta. Estaba en la casa de Amad en el distrito de Hafizabad, a poco más de 10 kilómetros de distancia. Cuando fue descubierta, la niña tenía los tobillos heridos con marcas de cadenas.
INVESTIGACIÓN MÉDICA
Cuando la policía la encontró, Farah fue internada en un albergue para mujeres y jóvenes. El Tribunal tardó en decidir qué hacer, ya que el secuestrador afirmó que tenía 16 años, la edad mínima legal para contraer matrimonio en Pakistán. Aunque la familia presentó un certificado de nacimiento que certificaba que ella solo tenía 12 años, el juez ordenó una investigación médica. La conclusión no podía ser más contundente: los médicos que analizaron a la niña concluyeron, casi como si se tratara de una provocación, que tenía 16 o incluso 17 años... Tuvo que esperar hasta febrero del año pasado para que un juez volviera a mirar el caso y concluir lo obvio: Farah tendría, como siempre habían afirmado sus padres, 12 años, y como tal tendría que regresar a casa.
REVUELTA Y FRUSTRACIÓN
El padre de Farah no oculta su ira y frustración. Hasta la fecha no se ha tomado ninguna medida por parte de las autoridades policiales o judiciales contra el hombre que secuestró y violó a su hija. Este es otro crimen impune en Pakistán. La investigación de ACN permite concluir que se trata de una realidad tan dramática que incluso se puede hablar de una “catástrofe” en términos de derechos humanos. La historia de Farah Shaheen muestra una cara oculta de la persecución contra las minorías religiosas, de la persecución contra los cristianos. Ocurrió en Pakistán, pudo haber sido en Irak, Siria, Egipto, Nigeria o Mozambique… Realmente no podemos quedarnos indiferentes ante esta realidad.