El Presidente de ACN considera que el nuevo Día Internacional en Conmemoración de las Víctimas por motivo de la religión es un hito importante, si bien solo es un primer paso:
«El 22 de agosto no puede ser un fin en sí mismo, sino que debe iniciar un proceso que lleve a las comunidades internacionales a un plan de acción coordinado para poner fin a la persecución religiosa y prevenirla en el futuro. En realidad, es deber de las Naciones Unidas, de los gobiernos y los actores políticos hacer cumplir el derecho humano a la libertad religiosa. A este día simbólico ahora le deben seguir acciones concretas».
Un instrumento necesario es, entre otras cosas, el establecimiento de una plataforma de la ONU para promover el intercambio con representantes de los grupos religiosos perseguidos. Además, las Naciones Unidas deben trabajar para crear un Tribunal Internacional que se ocupe de la cuestión de la impunidad de los actos de violencia basados en la religión cometidos por grupos como Boko Haram, Al-Shabaab o el EI.