El padre Prado llegó muy joven a la isla, recién ordenado sacerdote. Su diócesis, Vánimo, se encuentra en el noroeste del país, en un lugar muy apartado: “Para entrar y salir de Vánimo toca ir en avión. Las únicas rutas que hay son para entrar con un vehículo que pueda transitar por caminos en medio de la selva, cruzando ríos, montañas… siempre voy con algunos muchachos que me ayudan a desenterrar el 4x4 cuando queda atascado”, cuenta el sacerdote argentino. Este vehículo fue adquirido gracias a la ayuda de la fundación ACN y “ha sido mi salvación”, afirma el padre.
La selva húmeda tropical, es el “Amazonas” de esa zona del planeta. Es un ecosistema de una gran biodiversidad y todavía muy bien conservado en su estado natural. Esta es una riqueza que los pueblos nativos han sabido aprovechar muy bien y han aprendido a cuidarla. Sin embargo, el padre Prado menciona que la falta de caminos ha hecho que la cultura, el desarrollo y la evangelización se hagan difícil allí. “Todavía visito comunidades a las que solo se llega caminando, en bote o en canoa”, pero gracias al nuevo vehículo el padre ha podido llegar a muchas más personas.
En la diócesis de Vánimo hay todavía mucho por hacer. “En la selva la gente sufre de todo, no tiene nada. Los chicos duermen en el suelo, ayudan a sus mamás a cocinar con fuego, se bañan en el río, caminan descalzos… Donde estoy, en mi parroquia, estoy anunciando el Evangelio por primera vez, bautizando a la gente y hablándoles de Jesucristo”, dice a ACN el sacerdote, miembro de la congregación Instituto del Verbo Encarnado.