Sin embargo, el hermano Boaventura no está de acuerdo con que las milicias locales puedan calificarse específicamente de cristianas. “Muidumbe y la zona circundante son muy cristianas, por lo que podemos suponer que la mayoría de los habitantes eran cristianos, pero no se puede decir que estuvieran implicadas milicias cristianas. Se trata de fuerzas locales compuestas de todo tipo de personas, pueden ser católicas o no, cristianas o no, practicantes o no”, afirma el religioso.
Los ataques han provocado una oleada de refugiados en la región, que se sumó a una situación humanitaria ya preocupante, agravada por la llegada de la temporada de lluvias. En muchos casos, familias enteras están huyendo “en medio de un tiempo lluvioso, con carreteras y accesos difíciles, en aldeas donde la vida había vuelto casi a la normalidad. Esto ha generado de nuevo miedo en la población”, explica el misionero.
La insurgencia en el norte de Mozambique comenzó en octubre de 2017, con ataques en la provincia de Cabo Delgado por parte de lo que resultó ser una milicia islamista, ahora vinculada al Estado Islámico. En estos años, los militares mozambiqueños no han podido frenar la violencia, y la insurgencia se ha extendido incluso más al sur, a la provincia de Nampula, donde una religiosa italiana fue asesinada por los yihadistas.
La violencia ha causado más de 4.000 muertes y cerca de un millón de desplazados según la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR). La Iglesia no cree que la crisis amerite una solución exclusivamente militar. La Iglesia dice que la pobreza endémica y la falta de educación es gran parte del problema.