En declaraciones a la sede portuguesa de la fundación internacional Ayuda a la Iglesia que Sufre (ACN), la hermana Beta afirmó que
"la falta de apoyo del exterior es enorme", algo que es ya visible.
"Hay organizaciones no gubernamentales que se están retirando", afirma esta religiosa portuguesa de 52 años.
"Aquí, en Sudán del Sur, todavía no tenemos estabilidad, no podemos caminar solos", explicó, y puso el hambre como ejemplo: "En una de las escuelas donde trabajo solíamos dar comida una vez al día, era, para muchos de los estudiantes, la única vez que comían fríjoles o arroz. Pero la escuela tuvo que reducirla porque el apoyo no es suficiente y no hay dinero para comprar comida para los estudiantes". Las consecuencias se ven reflejadas en el aumento de las enfermedades y en el descenso del rendimiento escolar.
Aunque la zona de Wau está actualmente en paz, a diferencia de otras partes del país, el hambre es una de las principales consecuencias de la agitación política en Sudán del Sur, que está en guerra civil desde 2013, entre los partidarios del presidente Salva Kiir, de etnia dinka, y del vicepresidente Riek Machar, de etnia nuer. La guerra ha causado unos 400.000 muertos y ha desplazado a más de dos millones de personas.