Hace doce años que en Siria no se vive en paz. Para los niños, toda su vida ha sido en medio de la guerra: donde la violencia, la pobreza y la inestabilidad son algo cotidiano.
En Ayuda a la Iglesia que Sufre compartimos la angustia de los padres por no tener con qué alimentar a sus niños; por tratar de sacarlos adelante en un ambiente hostil; por no tener un trabajo que le de estabilidad a sus familias. Hemos estado con ellos desde el principio de la guerra y, en esta Navidad, queremos regalarles un respiro: nos comprometimos a pagar el arriendo a 350 familias acogidas en el Valle de los Cristianos. Una ayuda que se extenderá por un año.