Stradch es un pequeño pueblo de 3.000 habitantes en Ucrania occidental, a 25 kilómetros de Leópolis (Lviv). La localidad acoge un conocido santuario mariano y fue lugar de martirio del sacerdote Mykola Konrad y el catequista laico Volodymyr Pryjma. En octubre del 2021, el arzobispo de Leópolis consagró la recién construida Casa del Peregrino, que desde el principio de la invasión rusa esta casa abrió sus puertas a los desplazados de las zonas de guerra. Durante los últimos seis meses, se ha convertido en hogar de más de 350 personas. Hoy sigue llena, con 50 personas acogidas, entre ellas 19 niños de entre seis meses y 16 años de edad.
Sin una furgoneta, cubrir las necesidades de los desplazados es prácticamente imposible, por desgracia, el P. Iván Koltun, custodio del santuario, hasta ahora no tenía auto. Cuando llegan los refugiados a la estación de tren, por ejemplo, hay que ir a recogerlos; o cuando deciden volver a sus casas, hay que llevarlos con sus pertenencias. Una vez instalados, los recién llegados necesitan ayuda para obtener los documentos necesarios, para ello hay que llevarlos al centro administrativo del distrito, a la ciudad de Yavoriv, que está a 35 km de distancia. Además, para alimentar a los 50 residentes hay que realizar grandes compras, lo que implica viajes a Leópolis casi a diario.
En el futuro, la Casa del Peregrino no sólo acogerá grupos de retiro y peregrinos, sino que también se dedicará a la rehabilitación psicológica de los afectados por la guerra. Gracias a la ayuda de los benefactores de ACN el padre Iván acaba de recibir ayuda para adquirir un vehículo y podrá atender mejor a todos.
Transporte para niños y ayuda humanitaria
Otro ejemplo del apoyo de ACN ha sido la adquisición de un vehículo para la pequeña comunidad de los padres palotinos de Bilohiria, en Ucrania central. La pequeña ciudad contaba antes de la guerra con unos 5.000 habitantes. Los sacerdotes atendían también la pequeña parroquia vecina en Yampil, a 20 km de Bilohiria.
Actualmente, sin embargo, hay unos 2.000 desplazados en la zona de Bilohiria, donde se encuentra el monasterio. Durante la guerra, los sacerdotes han abierto su monasterio a los desplazados, más de 500 personas han traspasado el umbral de esta casa. Hoy, el monasterio alberga a 17 madres que con sus hijos no tienen lugar alguno al que regresar.
Desde 2012, los sacerdotes, junto con las Hermanas Misioneras Benedictinas, gestionan un hogar para diez niños, cuyos padres han sido privados de la patria potestad. Esta actividad requiere movilidad, pues a menudo es necesario llevar a los niños a un médico especialista o desplazarse al centro de la región -a la ciudad de Jmelnitski, a casi 100 km de distancia- para realizar trámites burocráticos. Entre los refugiados también llegó un niño de 12 años procedente de Kostantynivka (región de Donetsk), que perdió a sus padres en los bombardeos y ha sido acogido por en el hogar de niños.
Por si todo esto fuera poco, el padre Pavlo Goraj, superior de la comunidad, es además capellán de una organización de ayuda de rescate y se desplaza a los pueblos y ciudades más cercanos a la línea del frente para prestar asistencia pastoral y humanitaria, especialmente a niños y jóvenes.