Como obispo encargado de la pastoral juvenil, ¿Tratará de promover esto entre los jóvenes?
Este año se lanzaron a elecciones nuestros primeros tres jóvenes. Una de ellas, Cynthia Zarazir, fue elegida. Esta fue una experiencia nueva para nosotros. Motivamos a la gente joven a que se involucre en política porque somos responsables de nuestro país, no solo espiritualmente sino también políticamente. Si hablamos de derecho y justicia, discriminación, paz y desarrollo, tenemos que estar involucrados en la política. Ya no seguimos apoyando el punto de vista de ocuparnos sólo de los negocios.
Parte del problema en Líbano parece ser la incapacidad de formar un gobierno que funcione. Recientemente hubo elecciones, ¿tiene usted esperanza de que las cosas cambien?
Tengo mucha esperanza en el pueblo libanés. En la política no tengo mucha esperanza de que las cosas vayan a ser diferentes. Después de la explosión en el puerto de Beirut, por un cierto tiempo perdí la esperanza en este país. Soy de esa parte de Beirut, para mí fue terrible escuchar lo que escuché y ver lo que vi; ver tu país, tu capital, tu ciudad completamente destruidos... Ninguno de mis amigos cercanos se ha quedado en Líbano. Todos se fueron después de la explosión.
Esta explosión destruyó la esperanza en mi corazón, en este gobierno y en estos políticos, pero ahí fue donde encontré mi misión, el por qué preferí quedarme en Líbano y no irme al exterior. Las cosas mejorarán. Pero el cambio comenzará con la voz del pueblo, de todos, porque queremos vivir y amamos nuestro país, a pesar de todas las cosas malas que enfrentamos cada día. En esto tengo esperanza.
Muchos de los siro-católicos en Oriente Medio viven en Irak y Siria. ¿Cómo es la vida para ellos en estos momentos?
La mayoría de los jóvenes, están tratando de irse de Irak y de Siria. Les resulta difícil permanecer en Irak porque han perdido la confianza en el gobierno, se han enfrentado a mucha persecución. Más de 60.000 siro-católicos fueron forzados a dejar la llanura del Nínive en una noche. En total, más de 120.000 cristianos fueron obligados a abandonar el Kurdistán, y desde ahí han ido hacia el oeste. Un buen número regresó a casa, esto es buena señal porque tenemos una misión en esta parte de Oriente Medio. No obstante, muchas familias tratan de irse.
Las cosas están peores en Siria porque la guerra continúa y la duración del servicio militar es el mayor problema para nuestros jóvenes porque tienen que servir por lo menos 9 o 10 años. Después de ese tiempo, si es que regresas, necesitas empezar de cero. Así es en toda Siria.