Al menos 18 sacerdotes han sido secuestrados en Nigeria desde principios de 2022, cinco solo en la primera semana de julio, según datos recopilados por la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia que Sufre (ACN). Aunque la mayoría fueron liberados ilesos, cuatro fueron asesinados.
Ante esta situación, la Asociación de Sacerdotes Católicos Diocesanos de Nigeria (NDCPA, por sus siglas en inglés) denuncia, en un comunicado enviado a ACN, que “es realmente triste que en el curso de sus actividades pastorales habituales, los sacerdotes se hayan convertido en una especie en peligro de extinción”.
Junto a los casos de secuestros y asesinato de sacerdotes, se suman
nuevos ataques contra iglesias, como el terrible atentado en la fiesta de Pentecostés el pasado 5 de junio contra la parroquia de San Francisco Javier de Owo, en el suroeste del país.
Este ataque dejó cerca de medio centenar de víctimas mortales y ha sido la primera vez que una iglesia es atacada en el sur de Nigeria.
La inseguridad y violencia generalizada, los misioneros y sacerdotes no pueden hacer visitas pastorales, así que las personas están privadas de los sacramentos. Por otro lado, la gente no puede ir a cultivar los campos, ello no les permite alimentarse; en suma, las condiciones suponen una grave crisis.