El veredicto ha demostrado que, al menos al más alto nivel, “se puede hacer justicia”. Sin embargo, añadió el profesor Mobeen, los tribunales inferiores no protegen a los inocentes, pues los jueces temen las represalias islamistas si liberan a las personas acusadas falsamente de blasfemia. Además, para el ciudadano de a pie, conseguir que su caso acceda al Tribunal Supremo supone un proceso muy costoso y largo, pues, entre otros, requiere recurrir a abogados muy caros y exclusivamente musulmanes.
Lo que el caso de Asia Bibi ha demostrado sin lugar a dudas, dijo el profesor, es el “poder y la importancia de la publicidad”, de hacer correr la voz y atraer la atención internacional, desencadenando la acción de las naciones occidentales y presionando al Gobierno paquistaní para que resuelva las graves injusticias.
El profesor Mobeen espera que la oportunidad de intervenir en la Cumbre contribuya a poner de relieve un aspecto aún poco conocido de la persecución religiosa, a saber, el secuestro y conversión forzada de niñas de minorías religiosas a manos de varones musulmanes adultos. Según informes locales de algunas ONG, este fenómeno criminal, que a menudo incluye graves abusos sexuales, afecta en Pakistán a más de 2.000 víctimas cada año, es decir, al doble de muchas estimaciones. De estas niñas, según Mobeen, el 40% son cristianas; otro 40%, hindúes; un 15%, sijs; y un 5%, chiíes y otros.
“Si no sales en los medios de comunicación, eres invisible”
Esta práctica, que también tiene lugar en Egipto, Nigeria y otros lugares, “tiene consecuencias nefastas para las futuras generaciones de cristianos”. Hay un “efecto dominó”, pues las niñas secuestradas, cuando son liberadas, suelen tener muchas dificultades para encontrar esposo, y cuando se casan, “el marido y los hijos sufren una enorme presión”. Además, a los padres cuyas hijas vuelven a casa, les resulta difícil aceptarlas pues están “mancilladas” y temen “que su experiencia perjudique a sus otras hijas”.
“La clave para presionar al Gobierno paquistaní para que haga justicia reside en la visibilidad internacional”, asegura Mobeen. “Si no estás en los medios de comunicación, tu problema se vuelve invisible. Debemos alzar la voz”.
La Cumbre Internacional sobre Libertad Religiosa ofrece una excelente plataforma para eso precisamente. Según Thomas Heine-Geldern, presidente ejecutivo de ACN, “eso es una parte de nuestra misión que nos tomamos muy en serio”. “ACN lleva décadas llevando consuelo y ayuda a las comunidades cristianas que sufren en todo el mundo. Pero es igualmente importante que las ayudemos a alzar la voz para hacerla oír en nuestros países, para que la gente sea consciente de lo que está pasando. El mundo debe oír hablar del sufrimiento y la discriminación de los cristianos en Nigeria y en Pakistán, para impedir que sus políticos ignoren los problemas en estos países”, añade.