Su labor se adapta a las necesidades de los fieles
Para ayudar a las personas a superar estos difíciles y traumáticos momentos, las religiosas involucran a todos en las tareas y el servicio mutuo:
limpieza del monasterio, trabajo en la cocina y el refectorio. Tienen 20 niños, así que una de las habitaciones ha sido reformada como sala de juegos.
Una de las familias alojadas en Solonka es la de Roman y Anna, que tienen un bebé de un mes y otro niño de siete años. Son de Kharkiv y aguantaron allí diez u once días después de que comenzó la guerra, pero luego la situación empeoró y decidieron irse. Ya habían hecho las maletas que estaban en el pasillo cuando un misil golpeó la casa.
“La casa comenzó a arder, todos los cristales de las ventanas volaron”, cuenta Roman. Decidieron ir a Lviv en el tren que transportaba refugiados.
Cuando llegaron a Lviv, se dieron cuenta de que lo que habían leído en internet era cierto: la ciudad estaba superpoblada y no había alojamiento disponible. Buscaron refugio por todas partes sin encontrar donde pasar la noche. Entonces, se les acercó una monja y les preguntó:
“¿Tienen alojamiento? ¿Alguien les está esperando?” Ellos respondieron:
“¡No, estamos desesperados!”. La hermana sugirió que fueran al convento. Les dieron una habitación limpia, comida, ropa y leche en polvo para el bebé. Anna dice convencida
: “Me parece que fue la providencia. ¡Una señal de Dios!” .Y Roman concuerda:
“¡El Señor nos ha salvado!”
Dios llama de manera especial durante la guerra
Las hermanas han salido de la clausura y del silencio pero están convencidas que es lo que les pide Dios en estos momentos:
“Así es como nuestra comunidad de hermanas lee los signos de los tiempos, así es como se ve nuestro ministerio ahora”.
Su ministerio de acogida desinteresada está acercando a muchos a Dios: “
La mayoría de los refugiados no son creyentes, pero a veces acuden a rezar”, explica sor Klara.
Y concluye dejando claro que, a pesar del trabajo y la dedicación, su tiempo de oración sigue siendo el pilar de su vida:
«Tenemos horas adicionales de adoración a la sagrada eucaristía. ¡Que el Señor sea glorificado en todas las cosas!»