De hecho, los grafitis del ISIS en las localidades cristianas ocupadas como Batnaya, advertían a los “esclavos de la cruz” que nunca encontrarían paz en tierras islámicas. Los que consiguieron escapar se dirigieron al Kurdistán, dejándolo todo atrás. “Estuvimos allí unos días después, y fue desgarrador observar la conmoción en los rostros de la gente. Vi a muchas personas ancianas en los centros de refugiados que claramente no tenían ni idea de lo pasaba a su alrededor”, ha dicho Lynch.
“Tras la derrota del ISIS, un creciente número de cristianos comenzó a pensar en regresar a sus pueblos. Junto con otras organizaciones, iniciamos un proyecto de ‘retorno a las raíces’ para restaurar casas. Luego empezamos a restaurar iglesias, conventos y casas parroquiales”, añade, mencionando que la fundación ha destinado más de 50 millones de euros a Irak entre 2011 y 2022.
En marzo de 2021, Regina Lynch pudo comprobar de primera mano algunos de los frutos de ese esfuerzo al acompañar al papa Francisco en su histórica visita al país. “Vi lo conmovidos y animados que estaban los cristianos por la visita del Papa. Y esa esperanza parece ser duradera. Un obispo me comentó que por primera vez muchos iraquíes descubrieron que los cristianos iraquíes descendían de los asirios originarios, por lo que no era gente que había llegado más tarde con las Cruzadas. Nunca olvidaré lo que vi entonces en Qaraqosh. Era un gran contraste con el sufrimiento que presenciamos en Erbil en 2014. La visita del Santo Padre despertó verdadera alegría”.
Más de un año después se siguen encontrando signos de esa esperanza, como ha podido comprobar recientemente John Pontifex, que ha dicho: “Visité Batnaya en 2017 y vi que todo había sido destruido por el ISIS. Pero ahora el Estado Islámico ha desaparecido y entretanto se han vuelto a asentar allí 500 cristianos, que pudieron celebrar la Misa de Pascua por primera vez desde 2014. Esos son símbolos, signos de verdadera esperanza”.
“En nuestra última visita a Irak nos encontramos con un corazón que palpita y que intenta abrirse camino hacia el futuro, y a cristianos deseosos de reconstruir. Están haciendo un gran esfuerzo, hacen todo lo que pueden. Entre ellos descubrimos determinación y coraje, después de toda la violencia genocida que sufrieron. Este coraje y esta fe son signos de optimismo, pero no pueden hacerlo todo solos; necesitan la ayuda de otros”, dice Pontifex.