“Estamos dispuestos a acoger a la gente en las iglesias, a proporcionarles comida y agua. Hemos organizado cursos de primeros auxilios para sacerdotes, religiosos y laicos para atender a los heridos en caso de necesidad». Mons. Mieczyslaw Mokrzycki, arzobispo de Lviv.
La subvención de emergencia inmediata de ACN, además de su apoyo actual, fortalecerá a la Iglesia Católica en Ucrania en su compromiso de permanecer sobre el terreno y seguir sirviendo a su rebaño frente a la guerra militar y económica.
«Este conflicto es también una guerra psicológica. La gente necesita consuelo, fuerza y apoyo.» Mons. Pavlo Honcharuk, obispo de Kharkiv.
Además, el obispo de Kharkiv, una de las diócesis en el este de Ucrania que ACN apoyará, nos cuenta que con la subvención de emergencia, podrán sostener a los 57 sacerdotes y 54 religiosos y religiosas que trabajan en esta diócesis para que puedan satisfacer sus necesidades diarias (gas, luz, agua, combustible y alimentos) y ayudar a otros que no tienen nada.
Un cambio radical de rutina
El acoger a familias completas ha significado un gran cambio para los religiosos, especialmente los monasterios contemplativos que estaban acostumbrados al silencio, a la soledad exterior y a una vida más ordenada. Ahora viven en medio del ruido y de mucho movimiento. Las hermanas benedictinas, por ejemplo, han abierto todo su convento a los refugiados, ellas ahora están con mucho ruido y mucho movimiento y hay que recordar que ellas son contemplativas. Todos se están apoyando, calculan que más de 500 personas han sido albergadas y actualmente dan cobijo a unas 75.
Hoy, con tantos albergados todo es diferente. Las hermanas han salido de la clausura y del silencio pero están convencidas que es lo que les pide Dios en estos momentos: “Así es como nuestra comunidad de hermanas y hermanos lee los signos de los tiempos, así es como se ve nuestro ministerio ahora”, señalan las mismas benedictinas.
Su ministerio de acogida desinteresada está acercando a muchos a Dios: “La mayoría de los refugiados no son creyentes, pero a veces acuden a rezar”, explica sor Klara, una de las religiosas. “Durante la fiesta de la Anunciación, se llevó a cabo en nuestra iglesia la boda de una pareja de ancianos de Zhytomyr. Otra joven pareja de Kharkiv se está preparando para recibir los sacramentos de la reconciliación y el matrimonio, así como el bautismo de su hijo. Varias personas se confesaron por primera vez”.
Y concluye dejando claro que, a pesar del trabajo y la dedicación, su tiempo de oración sigue siendo el pilar de su vida: “Por lo demás, continuamos el ritmo de nuestra vida en oración común en la liturgia de las horas. Tenemos horas adicionales de adoración a la sagrada eucaristía. ¡Que el Señor sea glorificado en todas las cosas!“
Para ayudar a las personas a superar estos difíciles y traumáticos momentos, las religiosas involucran a todos en las tareas y el servicio mutuo: limpieza del monasterio, trabajo en la cocina y el refectorio. Tienen 20 niños, así que una de las habitaciones ha sido reformada como sala de juegos.
Ayudarse es la consigna
Y no sólo en los refugios es posible ver esa solidaridad. La delegación de ACN pudo ver que son varias las instituciones de caridad que están ayudando en Ucrania y no solo grandes instituciones sino también pequeñas organizaciones y grupos. Es el caso de médicos de la ciudad universitaria de Kharkhiv que se han desplazado a otros lugares para brindar ayuda.
No hay trabajos, no hay estabilidad, es difícil regresar a sus ciudades. Sus casas se encuentran destruidas. Muchos aún se están moviendo porque en sus ciudades corren peligro.
La hermana Karolina, Magda y Marco quedaron muy conmovidos por la experiencia vivida y recuerdan el caso de una mujer, una “maga”, dicen, que aun sin hablar ucraniano los ayuda, los hace reír. También vieron payasos que visitan los refugios para llevar sonrisas y mantener la moral entre las personas.
Quienes también visitan los refugios son los sacerdotes. Muchas iglesias están destruidas o es peligroso asistir a ellas, por lo tanto, son los sacerdotes quienes llevan los sacramentos a estos lugares. Semana Santa no fue la excepción.
Sin duda una experiencia que no olvidarán y que nosotros también recordaremos, ya que necesitan de nuestra oración y apoyo.