Por su parte Pater Justyn, padre paulino, que tuvo que desplazarse a la ciudad de Kamyanets Podilskij en el oeste de Ucrania, describía a ACN la situación:
“Recorrer 150 km me llevó ocho horas. Las carreteras estaban llenas, la gente huía hacia el oeste... atascos, colas en el camino en las tiendas, farmacias, en las gasolineras. La gente está asustada porque no sabe lo que va a pasar. Muchos de mis amigos me llaman y me preguntan por qué Ucrania tiene que soportar tanto mal. Algunos quieren confesarse, pero no puedo aceptar su confesión por teléfono. Solo puedo decir ‘reconcíliate con Dios, arrepiéntete, pide sinceramente perdón y Él te escuchará’. Hay que orar".
Sin duda, uno de los más impresionantes testimonios que ha recibido la fundación, es la foto del bautizo de un joven en la catedral de Járkov. La imagen muestra al joven que se había estado preparando para el bautismo durante mucho tiempo y que pidió ser bautizado y recibir la Primera Comunión al ser movilizado para la guerra y llamado a filas.
La movilización de hombres entre 18 y 60 años es una de las consecuencias más traumáticas para muchas familias de todas las regiones del país. La encargada de proyectos de una de las eparquías, que está en contacto con la fundación para pedir ayuda de emergencia, acababa su email con una frase que habla por sí sola:
“Mis dos hijos, ambos padres de familia, y mi marido han sido llamados a filas. Esta es nuestra realidad. Gracias por sus oraciones y su apoyo”.
En respuesta al estallido de la guerra en Ucrania, ACN ha aprobado un paquete de ayuda de emergencia de un millón de euros. Thomas Heine-Geldern, presidente ejecutivo de ACN, ha señalado que de este dinero se beneficiarán los sacerdotes y religiosos que trabajan en parroquias, orfanatos y residencias de ancianos, y que atienden a los refugiados de todo el país.