Llegar a formar parte de aquella comunidad y además hablarles de Dios era entonces la nueva y desafiante misión del padre Goesh. Así lo asumió, con alegría y esperanza y muy pronto se vieron los frutos de aquel primer anuncio.
“La comunidad ha recibido a Jesucristo y me han tomado como uno de ellos. Ha sido una sorpresa para muchos forasteros”, comenta el sacerdote.
El padre Goesh continúa entre esos “rostros amorosos” como él mismo los describe. Les acompaña, comparte su día a día con ellos y es instrumento de Dios en esa región etíope. “Estoy enamorado de esta gente. Son inocentes, son libres. Admiro en ellos su sencillez, también su vida social”, nos dice.
“Si amas no es difícil. No es que yo sea fuerte, sino que Dios está conmigo. Y eso me da valor, fuerza y alegría”, concluye. Pero el P. Goesh necesita también de ti, querido benefactor, para disponer de los medios materiales que le permitan permanecer junto a su gente y seguir transmitiéndoles el Amor del Padre.
Al igual que la comunidad de los Dessanech, cientos de miles de personas tendrán la suerte de encontrarse con Dios, si cuentan con un pastor como el P. Goesh. Y miles de sacerdotes en países de necesidad podrán seguir llevando a cabo su misión evangelizadora, si tienen la suerte de contar con personas que decidan ayudarles.