En los años cincuenta del siglo pasado, se permitió a la Iglesia Católica utilizar como capilla un edificio de la plantación, construido originalmente para otros fines, y desde entonces ha servido como lugar de culto. Sin embargo, ahora se encuentra en un estado ruinoso debido a las fuertes lluvias, y el feligrés más antiguo sabe a ciencia cierta que nunca se ha renovado. Según los entendidos, la capilla ya no se puede utilizar, especialmente en los días de lluvia, porque podría derrumbarse en cualquier momento.
Para los fieles, resulta doloroso tener que prescindir de la Santa Misa, la catequesis, las devociones y otros encuentros, y por eso desean recuperar su capilla, pero para ello es preciso realizar amplias obras de renovación: hay que poner un tejado nuevo, asentar pilares de hormigón y reemplazar las partes de madera y la instalación eléctrica. Además, habría que ampliar el edificio porque se ha quedado pequeño. Los jefes de la plantación están de acuerdo, pero, a raíz de la pandemia, los precios están subiendo mucho.
Los creyentes ya han reunido dinero, pero no la cantidad suficiente. En su lugar, han prometido contribuir a la construcción con su mano de obra. Nosotros queremos contribuir con 9.663.713,5(10.150 euros) a que los creyentes puedan volver a reunirse pronto para rezar en su capilla.