Aumentan los asesinatos y secuestros de sacerdotes y laicos
Lamentablemente, prácticamente todas las semanas nos llegan noticias sobre persecuciones y violencia religiosa. Sacerdotes, religiosos y laicos son asesinados, secuestrados o maltratados en el ejercicio de su labor. Actualmente, nos llena de preocupación y nos pone en alerta la situación en India o Nigeria.
La situación sigue siendo dramática en los países africanos del Sahel o en Mozambique, donde el terror se está extendiendo. La violencia afecta a todos, pero especialmente a los cristianos. Desgraciadamente, la labor pastoral y social de la Iglesia se ve obstaculizada, en muchos lugares, a causa del terror y la violencia. No solo las iglesias y los conventos están cerrados, también clínicas, escuelas y muchas otras instalaciones gestionadas por la Iglesia, que resultan vitales para la población. Además, la Iglesia local se enfrenta a un nuevo reto, un desafío hercúleo: atender y cuidar a cientos de miles de refugiados y desplazados.
Una «persecución educada» en los países occidentales
También en los países occidentales, ACN está registrando un aumento de los actos de violencia contra las instituciones religiosas y una evolución que el papa Francisco ha calificado de “persecución educada”: se trata de expulsar las creencias de la vida pública con el pretexto de una supuesta “tolerancia”. El ejemplo más reciente ha sido el documento interno de la Comisión Europea sobre el lenguaje inclusivo, en el que se aconsejaba evitar los términos y nombres cristianos, invitando a sustituir la palabra “Navidad” por “fiestas”. El documento ha sido retirado, decisión que apoyamos, porque la legítima preocupación por la inclusión habría dado lugar, en ese caso, a la exclusión de la comunidad religiosa más numerosa de la Unión Europea, pues casi dos tercios de los ciudadanos de la UE son cristianos.
Al final del año, recordamos especialmente a las víctimas de la pandemia del COVID- 19. Muchas religiosas, obispos, sacerdotes y catequistas han fallecido a causa de la enfermedad en el ejercicio de su ministerio. Sacrificaron sus vidas para estar cerca de las personas que se les había confiado, a pesar del peligro que implicaba para su salud. Este es un gran testimonio de entrega.
¡La gratitud y la preocupación han marcado el año 2021! Esperamos los desafíos que vengan en 2022 con optimismo y con la confianza puesta en Dios, que ha mostrado su eficacia una y otra vez en el pasado. Sin negar todos esos temores y preocupaciones, entendemos la confianza como la virtud de intentar abrir siempre nuevos espacios de actuación”