El próximo miércoles, 4 de agosto, declarado por el Consejo de Ministros día de luto nacional con suspensión del trabajo en las administraciones e instituciones públicas, una multitud se reunirá en el puerto de Beirut para una ceremonia presidida por el patriarca maronita Bechara Raï.
Sin embargo, la población, abrumada por la profunda crisis que atraviesa el país desde octubre de 2019, por la corrupción endémica, las infraestructuras públicas en decadencia y los hospitales al borde del colapso por la pandemia de Covid-19 que avanza, no ve luz al final del túnel.
En los hospitales, muchas enfermeras ya se han marchado a trabajar al extranjero, al igual que los médicos, que se han ido o están pensando en irse. Los profesores de las escuelas católicas, cuyo salario ya no alcanza para alimentar a sus familias, están dimitiendo con la intención de emigrar. A finales del año pasado, se enviaron más