Aunque su idioma esté reconocido como una de las lenguas oficiales del país y se utilice en 188 escuelas, no hay ninguna obra en su lengua fuera de algunos libros de texto. Ahora esto va a cambiar, porque la Biblia del Niño ya ha sido traducida al kalanga y, con vuestra ayuda, queremos regalar 12.960 ejemplares a esos niños. No solo los más pequeños adoran la Biblia del Niño, sino también muchos adultos. Además, en las zonas donde muchas personas no saben leer ni escribir, promueve la alfabetización.
“¡Mi mamá está aprendiendo a leer con la Biblia del Niño!”, le dijo con orgullo, en una ocasión, un niño angoleño al párroco. Pero esta obrita roja no es un libro cualquiera: es la Palabra de Dios. Muchos niños se lo llevan a la Santa Misa y lo sujetan en sus manos de camino a la iglesia.
“Para ellos, es como si la protección divina emanara de esta Biblia, y así se sienten protegidos por el camino”, nos informan los misioneros.
En todo el mundo, ojos infantiles llenos de asombro admiran este “tesoro” ilustrado a todo color, tanto en la selva amazónica como en la sabana africana, en los barrios marginales de las metrópolis, en los campos de refugiados o donde la guerra causa estragos. Estos libritos pasan de mano en mano durante años, son devorados una y otra vez y, a menudo, incluso los aprietan contra el corazón. Para los niños, son la prueba de que Dios los ama y de que les habla en su lengua.