Autor: ELENA IRARRÁZABAL S.
El amargo momento que viven las iglesias incendiadas en 2019 y 2020
En vísperas de Semana Santa, en algunos de estos templos patrimoniales aún se limpian escombros. Reconstruir las parroquias saqueadas y quemadas es una dura tarea. Hablan feligreses y especialistas.
"Logramos habilitar un espacio para reunirnos y un particular donó los vidrios. Nos sirve para rezar y celebrar la misa, mientras se pueda, eso nos permite seguir unidos. Creo que será difícil recuperar nuestra iglesia, se necesitan muchos recursos. Tenemos esperanza, pero nos sentimos muy vulnerables frente a la violencia”, Fidelia Oña, feligresa de la parroquia de La Asunción, relata lo que vive hoy su comunidad. El templo de Vicuña Mackenna fue saqueado y vandalizado a fines de 2019. Se destruyó su ornamentación interior, mobiliario e imágenes. Después, en octubre de 2020, fue incendiada. La torre de madera colapsó y se perdió toda la techumbre “Durante mucho tiempo quedé choqueada”, recuerda Fidelia Oñat. “Vi cómo la torre caía mientras personas afuera reían y celebraban. Era como un mal sueño. El día del incendio no dejaron ni una silla, Las puertas las arrancaron todas de cuajo, no pudimos salvar nada.
Ya antes habían arrojado bancos, santos y crucifijos a las barricadas”. La pena que experimentan los fieles de La Asunción también la viven las comunidades de las iglesias de la Veracruz y de San Francisco de Ancud (MN), también incendiadas. “Cuando se quema o destruye un templo, cuando se lo raya con obscenidades, se agrede a una comunidad de personas concretas. A niños, jóvenes, adultos y ancianos que asisten y rezan en el lugar”, explica el obispo Cristián Roncagliolo. TRISTEZA ENTRE LOS ESCOMBROS El sacerdote Álex Matus resultó con quemaduras grado tres en el incendio de su parroquia en Ancud, tratando de rescatar lo que podía. “Hay una pena grande, es la pérdida de un templo significativo de la ciudad, de gran valor afectivo y espiritual, no solo para los católicos.
Recibía presentaciones de coros y muchos otros encuentros”. La reconstrucción de San Francisco de Ancud es un complejo desafío, no solo por su costo, sino porque el edificio era un exponente de la escuela chilota de arquitectura en madera. Tampoco será fácil reconstruir el templo de San Francisco de Borja —conocido como la iglesia de Carabineros y de estilo neogótico— o la parroquia de la Veracruz, del barrio Lastarria, cuyo interior quedó carbonizado.
“En la Veracruz estamos hablando de un templo de más de 150 años, diseñado por dos arquitectos muy importantes Del Chile del siglo XIX: Claude Brunet de Baines y Fermín Vivaceta”, dice Emilio de la Cerda, subsecretario del Patrimonio. Hace poco se terminó el retiro razonado de escombros en La Asunción “Se realizó con cuidado para preservar restos que puedan servir de antecedente para una restauración. Colaboraron el Duoc, la Municipalidad de Santiago y el Servicio del Patrimonio”, explica Roncagliolo.
“Desde el Ministerio de las Culturas hemos apoyado acciones urgentes, como el retiro y resguardo de piezas patrimoniales de la iglesia San Francisco de Borja, de Carabineros, Entre ellas, piezas de la torre, las campanas y sus vitrales, que serían los más antiguos de Chile”, añade De la Cerda. La fundación católica Ayuda a la Iglesia que Sufre (ACN) también se ha involucrado. “Apoyamos a la comunidad de La Asunción para habilitar un salón como capilla. La reconstrucción tardará años, pero es importante que Los fieles tengan dónde reunirse. Ahí hay muchas personas de la tercera edad, que no pueden ir a otra iglesia”, explica Magdalena Lira, directora de ACN Chile. En Ancud, la fundación está apoyando la construcción de un salón provisorio para la comunidad.
Según De la Cerda, “en el caso de la Veracruz hay decisiones complejas: cómo tratar el interior completamente carbonizado y cómo restituir la configuración de patios del conjunto, muy intervenida”. En esta iglesia se constituyó una corporación para su rehabilitación y se le comisionó el anteproyecto ala oficina Sáez Joannon Arquitectos. “Es una labor que requiere la mayor profundidad, delicadeza y coherencia posibles, además de procurar un buen trabajo en equipo con los estamentos involucrados. Entre ellos los mandantes (Arzobispado de Santiago y la corPoración) y organismos que resguardan el patrimonio, como el Consejo de Monumentos Nacionales (CMN) y Minvu”, señala Ximena Joannon. A “Los usuarios serán cruciales en este trabajo. Ellos son los habitantes del barrio Lastarria, las personas vinculadas emocionalmente a la iglesia, ciudadanos y chilenos en general, extranjeros y turistas.
Esta obra es una gran oportunidad de diálogo, necesitaremos el acuerdo y apoyo de todos”. El anteproyecto está en proceso de tramitación en el Un gran obstáculo son los exiguos recursos disponibles, Según Roncagliolo, “es imposible parroquianos del lugar asumirla tarea solos.
Se postulará a fondos públicos de reconstrucción patrimonial, pero lo requerido excede lo que esos fondos podrían aportar”. CRISIS SOCIAL Y PATRIMONIO “Tras la crisis social se ha dicho que la preocupación por los bienes culturales reflejaría una escala de valores deformada, que no pone en el centro a las personas”, apunta De la Cerda. “También, que la his el patrimonio que la refleja—debe medirse según valores contemporáneos y aparece imperfecta y condenable”” A su juicio, “los dos argumentos me parecen erróneos. La condición de patrimonio de un bien cultural significa que existe una comunidad que le otorga valor y significado. Por otra parte, solo lograremos convivir con el pasado mediante una posición crítica y constructiva. Nuestra generación debe construir el patrimonio del futuro, en base a lo heredado”, El obispo Roncagliolo concluye que el grave daño a los templos no es solo material. “Sobre todo, hay un daño espiritual que cala hondo y violenta la libertad religiosa. Nos debe hacer pensar en cómo cuidamos la convivencia. A pesar de la legitimidad de un reclamo, la violencia jamás será el camino”.
Techo calcinado de la iglesia San Francisco de Borja. Tras el incendio, sus vitrales (entre los más antiguos de Chile) fueron sacados y resguardados.
PARA COLABORAR Si se quiere ayudar, una forma es contactar a los párrocos de las iglesias afectadas. La iglesia de Ancud tiene la cuenta 83100091545 de Banco Estado. Otra vía es la fundación ACN (www.acn-chile.org).
La torre de La Asunción en llamas, captada por el fotógrafo Pablo Valenzuela Vaillant.
San Francisco de Ancud (MN), ejemplo de arquitectura chilota. Aun año del incendio, subsistían los escombros.
En 2019 todas las imágenes de La Asunción fueron arrojadas a las barricadas. Meses después fue incendiada y su torre colapsó.
Cristián Roncac lo, obispo auxiliar de Santiago.
Emilio de la Cerda, subsecretario del Patrimonio.
Magdalena Lira, directora ACN Chile.