tenemos una casa de migrantes de paso, estamos apoyando muchísimo allí para que los jóvenes y las personas no tengan que irse arriesgando su vida y que sucedan estas tragedias. Lamentablemente, no se puede frenar y quedan enlutadas las familias de aquí, de esta diócesis, y también de Venezuela en general”, cuenta apenado el obispo margariteño.
En sus declaraciones a ACN, el prelado también acusa a las mafias de los dos países de aprovecharse de las necesidades de la gente y amonestó a las autoridades de no asumir sus responsabilidades.
“Es una situación muy compleja y muy difícil. Nuestro pueblo se ha volcado a rezar, a pedir, a exigir, para que las autoridades competentes puedan dar respuesta a todo lo que ha sucedido a estas familias que están llenas de dolor. Recen también por ellos”, pide Mons. Jaime Villarroel a la fundación.
El lugar de la tragedia, a tres horas de Carúpano, es la segunda ciudad más importante de la diócesis. “Acudimos inmediatamente a Güiria, el lunes 14, para acompañar a las familias con nuestra presencia, apoyando con alimentos, con comida, atención médica, psicológica y luego hicimos una celebración religiosa para animar, consolar y sembrar un poquito de esperanza y confianza en el Señor” cuenta Mons. Villarroel.
Según relatos de familiares de las víctimas, las embarcaciones al llegar a Trinidad y Tobago habrían sido obligadas por las autoridades a volver atras, sin darles la posibilidad de recargar el combustible. La primera víctima que fue recogida del agua, en el muelle de Güiria, resultó ser la hermana de una voluntaria de Cáritas. “Estaba en alto estado de descomposición, solo se le reconoció por sus tatuajes”, explicó Villarroel.
“Pedimos a Dios misericordia para nuestros fieles, para nuestros pueblos, y condiciones dignas, de modo que se pueda sembrar esperanza en medio de esta realidad tan dura y tan difícil. Gracias a ustedes y todas las otras organizaciones internacionales por el apoyo que están dando a nuestro pueblo. Nos nos olviden en nuestro dolor”, concluye el prelado.