pensar en la noche polar, que comienza a mediados de noviembre y dura unos dos meses, en los que no se ve el sol. Otro de los problemas es el que plantean los diferentes idiomas. La parroquia organiza su propio curso de noruego, una misa vespertina al mes se celebra en polaco y otra en inglés. Las lecturas bíblicas de la misa del domingo también están disponibles en varios idiomas en la iglesia.
Aunque Noruega se encuentra entre los países más ricos del mundo, la pequeña comunidad de católicos apenas lo nota.
«No disponemos de lo más básico, como objetos litúrgicos o libros. Somos una Iglesia pobre en un país rico». Además, la actual pandemia producida por el Covid-19 ha agravado la situación. «Estamos muy agradecidos de que ACN proporcione material catequético en varios idiomas, incluso en farsi. También estamos profundamente agradecidos por su ayuda económica para la reconstrucción de nuestra iglesia».
No obstante, la vida del párroco se desarrolla no pocas veces fuera del edificio de la iglesia. El territorio de la parroquia incluye mucho más que la ciudad de Harstad, a la parroquia de Santa Sunniva pertenecen casi 1.000 fieles. La distancia entre los diferentes miembros de la comunidad es a menudo enorme. «A veces tengo que viajar más de tres horas en ferry para llegar hasta los parroquianos. En esos lugares no contamos con edificios propios, pero en la mayoría de los casos alquilamos salas de la Iglesia protestante u otras instituciones para celebrar misa», explica. Sin embargo, Jäger también ve ventajas en la especial situación de su comunidad:
«La distancia geográfica hasta los feligreses puede ser grande, pero humanamente me siento muy cerca de ellos. Apenas tengo trabajo administrativo o de comités, sino que participo directamente en la vida de las personas. El pequeño tamaño de nuestra parroquia me permite dedicar mucho tiempo a la atención individual y pastoral».