una voz incansable para dar a conocer dentro y fuera lo que está pasando. Estamos todos unidos para dar un apoyo efectivo con lo que tenemos. Socorremos a las personas en alimentación, ropa y para que tengan un refugio seguro. También damos apoyo psicológico, en pequeños grupos, en visitas a familias, y si tenemos que llevarlos al hospital o necesitan algún apoyo específico les ayudamos a resolverlo.
Las Carmelitas Teresas de San José nos integramos en la acción pastoral de toda la diócesis y en este sentido intentamos localizar a nuestros alumnos de la escuela, del hogar y del parvulario pues todos quedaron dispersos tras los ataques. Ayudamos a quienes lo necesitan a salir de las zonas de conflicto, porque no tienen recursos económicos. Así que les rescatamos de las zonas de mayor peligro y tratamos de reubicar a nuestros alumnos en otros centros educativos fuera de la región. También estamos ayudando a sus familias a tener un sustento con el que vivir. Estamos pensando impulsar algún proyecto de microcrétidos.
¿Cómo valora la ayuda recibida por Ayuda a la Iglesia que Sufre?
Apreciamos mucho esta ayuda para bienes de primera necesidad y ayuda psicológica. Es un apoyo fundamental, que nos sirve para paliar un poco la situación, porque estamos hablando de 500.000 desplazados, son miles de personas que están llegando cada semana. Sin las ayudas de fuera no podríamos continuar y las ayudas que se canalizan a través de la Iglesia son ayudas que realmente llegan donde tienen que llegar.
¿Os imaginabais que esta situación se pudiese dar en Mozambique donde siempre ha habido una buena convivencia entre religiones?
Nunca. Llevamos 16 años aquí y siempre hemos tenido una convivencia pacífica y sin problemas entre religiones. En nuestras escuelas tenemos muchos alumnos musulmanes, también tenemos alumnos de religiones tradicionales y nunca ha habido problemas. Personalmente creo que el origen de este conflicto no es religioso.
¿Qué les dices a las personas que huyen de la violencia y al resto de la población para darles esperanza?
Tratamos de animarles con un mensaje de fe y confianza, les decimos que Dios no nos ha abandonado y no nos abandonará nunca, aunque no entendamos lo que nos está pasando. Y también les transmitimos un mensaje de solidaridad, les decimos que tenemos que ayudarnos porque todos somos hermanos, y es entre todos como construimos la fraternidad y la amistad social de la que tanto nos habla el Papa Francisco en la última encíclica Fratelli Tutti. A nivel personal siento necesidad de decir al mundo que no hay derecho a que se sigan presentando estas atrocidades. Tenemos que proteger y dignificar la vida de todo ser humano, pero de manera especial de los seres más vulnerables. Tenemos que denunciar las injusticias de unas políticas económicas mal implementadas e impregnadas de corrupción. Tenemos que ayudar a liberar a estos pueblos, mal llamados subdesarrollados, de la eterna dependencia de las economías externas.