El p. Antonio recuerda, entre otros, un episodio de la mañana del sábado 10 de octubre, antes de que el p. Gigi y su familia iniciasen el viaje hacia Madignano, la ciudad natal. “Antes de salir de Roma, Gigi pidió que se le permitiera detenerse en el cementerio de Prima Porta. Allí está enterrada Miriam Dawa, una niña de 13 años de Níger, a la que había conseguido hacer llegar a Italia al hospital Bambino Gesù de Roma para recibir atención médica por sus problemas al corazón. Pero la enfermedad fue más grave de lo esperado y Miriam no lo logró. La familia había aceptado que la enterraran en Roma. Sobre su tumba el p. Gigi, se arrodilló y rezó brevemente. Luego buscó en su auto su rosario de cautiverio, hecho con trapos anudados. Quería que se quedara allí, colgado de un brazo de la cruz de la tumba”.
De esas horas pasadas con el hermano recién liberado de los secuestradores, el p. Antonio nunca olvidará “la gran fe de Gigi, a pesar de las dudas. Gigi ha dicho que al principio estaba un poco enojado con Dios: ¿por qué había permitido esto? En ese desierto se sintió abandonado, no sabía a dónde lo llevaban sus captores cada vez. Dudas también sobre el papel del SMA: ¿qué están haciendo para liberarme? Pero nunca perdió la esperanza, la confianza, el sentido de la presencia de Dios que lo acompañaba en todas partes”, dice el p. Antonio.
“Sus compañeros de prisión se habían convertido al Islam, más por conveniencia que por convicción, para recibir un mejor trato. Siempre se ha resistido a la insistencia de los terroristas. Siempre ha permanecido tranquilo en su fe, infatigable en su relación con el Señor”.
También me ha llamado la atención su apelo al perdón, a la fraternidad, a la esperanza de que podamos llegar a un entendimiento con los yihadistas”, continúa el p. Antonio. “Quedan otros rehenes en manos de los terroristas. Debemos tener el ideal de la fraternidad dentro de nosotros - ha insistido el p. Gigi -, y tratar de resolver nuestros conflictos y nuestros malentendidos con la no violencia”.
“Han sido momentos que nunca olvidaré, que quedarán grabados para siempre en mis ojos y en mi mente”, Ha dicho el Superior General.