fuertes, recen por mí, estoy listo para cualquier cosa’ y al Papa Francisco ‘recuerden rezar por mí’. Solo una vez recibí expresamente una amenaza o incluso una promesa de un muyahidin de dispararme una bala en la primera oportunidad. Estaba molesto e irritado por otro episodio que no voy a contar. A sus ojos yo era un sucio 'kafir' y además un predicador de una fe herética y condenado por el Corán que, según él, se permitía desacreditar el Libro Sagrado. Ese día vi la espada de Damocles colgando amenazadoramente sobre mi cabeza. Pero cuantos más días y meses pasaban, menos temía una conclusión trágica, éramos un bien precioso para ellos y por eso siempre nos trataban bien en general.
Siempre me he sentido misionero incluso con los pies encadenados, diría 'misionero desde el fondo de mi corazón' como solía decir nuestro Fundador (Melchior de Marion Bresillac fundador de S.M.A.). A menudo caminaba por las laderas de Bomoanga-Níger (la misión de la que me arrancaron). Mi cuerpo era prisionero de las dunas de arena, pero mi espíritu viajaba a los pueblos que mencionaba en mi oración y también repetía los nombres de mis colaboradores y de muchas personas y jóvenes que llevo en mi corazón especialmente los niños desnutridos y enfermos de los cuales me ocupaba y muchos, muchos rostros que son una presencia viva en mi corazón herido. Me di cuenta de que la misión no es solo 'hacer', sino silencio y fundamentalmente es Missio Dei, es obra del Señor. El gran activismo que caracterizaba mis días ahora no era más que recuerdo y oración. Pero la misión continúa y siempre está en buenas manos, las manos de Dios, de hecho, es la Missio Dei. Los testimonios de personas, amigos y extraños que participaron en vigilias de oración, marchas, etc. para implorar mi liberación, que recibo en estos días como un eco, me confirman lo poderosa que es la Missio Dei. Todos me dicen que oraron mucho, incluso alguien dijo ‘tú llenaste las iglesias’ ... no yo, ¡esta es la obra de Dios!
- ¿Cuál era la relación y cuáles son sus sentimientos hoy hacia los secuestradores y carceleros?
Siempre me respetaron en general. Mi larga barba blanca debió crear su efecto entre los jóvenes sin barba que me custodiaban, me llamaban en árabe o tamaceq "shebani" (anciano). Todavía siento mucha tristeza hacia estos jóvenes adoctrinados por videos de propaganda que escuchaban todo el día. ¡No saben lo que están haciendo! No tengo rencor contra mis captores y carceleros, he orado por ellos y sigo haciéndolo. También deseé al hombre que dirigía todo durante mi último año de prisión, mientras el coche nos llevaba a la cita para la liberación, el pasado jueves 8 de octubre:
‘que Dieu nous donne de comprendre un jour que nous sommes tous frères’ (Que Dios nos conceda un día entender que somos todos hermanos).
- ¿Cuáles son sus deseos e intenciones para el futuro?
Estos dos años han sido escuela del presente. Quería que terminara pronto, cada atardecer decía ‘ojalá mañana’. Luego, cuando salía el sol, tomaba mi rosario y seguía el ritmo de mi día con los habituales gestos cotidianos día tras día. El futuro es de Dios, ahora disfruto de volver a casa, este es mi presente. El futuro cercano es encontrarme con los hermanos de Génova y Padua que aún no he abrazado físicamente y luego los monasterios de clausura que han orado incansablemente por mí y visitar a los muchos amigos en Italia y más allá. El futuro será como Dios quiera.
Las fotografías que ilustran la nota son de la Sociedad de Misiones Africanas (SMA) de la cual es padre Maccalli es parte.