"Nuestro obispo nos recordó que estamos llamados a ser hombres de paz, de bien. Pidamos al Señor eso y estamos comprometidos con el llamado del Señor, bienaventurados los que trabajan por la paz, bienaventurados los misericordiosos, ... Nuestro escudo es el Evangelio y es lo que podemos ofrecer a Chile desde nuestra contingencia, desde nuestro pecado. Estamos conscientes de que muchas veces no hemos estado a la altura de lo que nos pedía Chile".
Sus palabras nos calaron hondo y, en esta semana tan especial, son un bálsamo de paz. Sin embargo, no podemos olvidar que la Iglesia está prácticamente destruida, las pericias legales indican que posiblemente hubo premeditación en los incendios. Y que la coordinación para quemas de Iglesias emblemáticas estaba prepararada de antemano.
Por ello no queremos dejar sola a la comunidad de La Asunción y así, como en otras oportunidades, hemos ayudado a otros, esta vez queremos hacerlos sentir queridos y apoyados. Que La Asunción es imprtante para Chile.
Por ello el Padre se mostró muy agradecido con "las muestras de cariño, los mensajes que hemos recibido, que he recibido personalmente y otros dirigidos a la comunidad que acompaño y que está muy dolida y resentida. El año pasado el 8 de noviembre la iglesia fue vandalizada y los muros quedaron vacíos de los ornamentos y escritos con ofensas y este año ahora la destrucción es total. Estamos preocupados fundamentalmente por reconstruir la comunidad, la iglesia, que son ciertamente las personas que en estos lugares escribieron su historia de fe, de familia, ciertamente hay que reconstruir la casa el lugar del templo, el lugar donde se reúne la iglesia como decían los antiguos, y que está formada por cada uno de nosotros los bautizados.
"Por eso apelamos a la generosidad de nuestros hermanos, de nuestra patria y de otros de más lejos que se han acercado para ofrecer ayuda. Hoy día no tenemos qué decir concretamente, pero quizás para el 8 de noviembre tengamos ya un atisbo de plan. Una iniciativa que pueda motivar a personas a colaborar con nosotros. En este mundo estamos llamados a unir nuestros corazones, a pesar de que el momento del coronavirus puede tener a todos abocados, cuenten con nuestra oración y con este dolor ofrecido por todos desde estas tablas quemadas, latas dobladas y en este cielo. Lo queremos hacer una ofrenda para que transforme los corazones de nosotros.