Seguidamente subrayó “hay otra antigua epidemia que se está renovando” y se refirió a “la epidemia de la discriminación y el racismo, una enfermedad que afecta y erosiona la conciencia humana” y señaló que esta realidad ha adquirido expresiones nuevas.
El Patriarca Ecuménico Bartolomé reconoció que “el momento de la acción ha llegado (…) Por lo tanto, la acción para el hogar común debe tomar un nuevo camino, debe desarrollarse bajo una luz diferente. Debemos subvertir un orden socio-cultural secular y sentir el fragmento divino dentro de él”.
Es el momento de actuar
Los participantes subrayaron en sus discursos que es hora de pasar a la acción, pero esta debe cumplir con ciertas condiciones:
El Patriarca Bartolomé subrayó que “para construir la fraternidad que conduce a la paz y la justicia, al respeto y a la comprensión, para sentirse familia como en un hogar, debemos comenzar por cuidar nuestro hogar común, dentro del cual nos encontramos todos, hijos de esta humanidad y de todo lo creado por Dios (…) la casa común es como la casa de los espejos. Un espejo en el que vemos nuestra imagen reflejada, como la de todos nuestros hermanos y hermanas y con nosotros cada elemento de la creación. Creados a imagen y semejanza de Dios, vemos en nosotros la imagen de nuestro hermano y en cada ser humano el fragmento divino. Mirando lo que nos rodea, vemos la obra divina contenida en él”.
El Venerable Minegishi por su parte afirmó: “He estado involucrado en el diálogo interreligioso durante mucho tiempo. Creo que todas las personas religiosas deben colaborar estrechamente para que todos, independientemente de sus diferentes afiliaciones religiosas o posiciones culturales, puedan ser aceptados por lo que son, en su totalidad. También estoy profundamente convencido de que la pena de muerte es una negación de la dignidad humana. Y también soy profundamente consciente de que la violencia y las guerras son producto del comportamiento humano. Pero si el hombre está en el origen de la guerra, también puede estar en el origen de la paz.
El Gran Imán Ahmad al-Tayyeb refiriéndose a que estamos en una época de transición, afirmó:
El advenimiento del Coronavirus anunció al mundo la muerte de la globalización que había dividido al mundo, separado a los seres humanos, eliminado la moral y los valores, marginado a la religión. Hoy ha llegado el momento de adoptar una nueva globalización, basada en la fraternidad humana, que promueva la igualdad de todos los seres humanos en cuanto a derechos y deberes, que arraigue la coexistencia social y se comprometa con el respeto de las especificidades e identidades religiosas y culturales, que detenga la carrera de armamentos y redirija los cientos y miles de miles de millones gastados en armamento hacia la educación, la atención sanitaria y la investigación científica. Entonces, y sólo entonces, podremos hacer frente a los desastres y las epidemias y ser más fuertes ante las diversas crisis.
El Patriarca Bartolomé puntualizó en cuál es el rol de la humanidad en el momento actual y afirmó:
““La humanidad puede retomar su papel de guardián y tesorero de la creación: ya no hay lugar para el fundamentalismo, la injusticia social y económica, el hedonismo, el egoísmo, el afán de dominación y toda la creación volverá a participar en el bien del mundo”.”