desde sus días como Superior del monasterio de San Chárbel, en Bélgica y este año viajando por Siria le ha ayudado a entender aún más, la difícil situación que se vive allí. "Conozco bien Siria, y sé lo desesperada que es la situación entre sus habitantes. Estoy seguro de que sólo la gracia de Dios puede infundirles consuelo. Estaba pensando en eso cuando, exactamente en aquel momento, me pidieron que llevara esta imagen de Nuestra Señora, junto con el mensaje de la verdadera misericordia de Nuestro Señor. No me sentía digno de ello, tampoco sabía cómo iba a transmitir consuelo en medio de tanta destrucción".
El sacerdote explica: "Muy pronto me di cuenta de que la misión de llevar el icono tiene un impacto a diferentes niveles, no sólo entre los creyentes que permanecen en el país. Por esta razón, decidí pedir a otros sacerdotes, amigos míos, que me acompañaran en el viaje, sacerdotes tanto nativos como extranjeros".
Los sirios se sorprenden gratamente al ver que dos sacerdotes "extranjeros" van a verlos, y aceptan este testimonio como prueba de que no han sido olvidados. Cuando llegamos a una parroquia, el sacerdote local nos recibe calurosamente y llama a todos los fieles para que acudan a celebrar la Santa Misa.
Luego se reúnen y mantienen conversaciones en las que siempre se habla de paz. "Con la ayuda de los Jesuitas de Homs y de otros pueblos de los alrededores, hemos creado un cursillo llamado “Cristianos y liderazgo para la paz”, consistente en una ponencia para adolescentes y jóvenes adultos en particular. La primera vez y para nuestra sorpresa, porque era de noche y hacía frío, grandes grupos de jóvenes empezaron a llenar la sala. Hicieron tantas preguntas concretas sobre cómo vivir realmente de acuerdo a la fe en su vida cotidiana que me pidieron que volviera. Sólo me quedaba un día más en Homs pero aceptamos, la sala se llenó de nuevo. Desde entonces hemos