cooperación con CNEWA y Cáritas, en varios centros de distribución en áreas de Beirut afectadas por la doble explosión catastrófica del 4 de agosto.
“Hay tanta gente pobre en el área de Nabaa, tantas necesidades”, enfatiza la hermana Marie Justine el Osta, de las hermanas maronitas de la Sagrada Familia, directora del dispensario.
“Después de la explosión, las necesidades aumentaron. La gente está luchando por vivir día a día y cada día todo se vuelve más caro”, dijo sobre la terrible situación del país que está sumiendo a la clase media en la pobreza.
“Le agradezco a Dios que envió a ACN para ayudarnos. Es una señal de que la Iglesia está cerca de nuestro pueblo en su sufrimiento. Espero que vengan más colaboraciones y proyectos”, dijo la hermana Marie Justine.
Cuando Abeer, de 33 años, se enteró de que ACN y su socio CNEWA son organizaciones pontificias, comentó con entusiasmo: “¡Quiero que el papa Francisco sepa que lo amo tanto! Es uno de mis sueños ir allí (al Vaticano) para encontrarme con él ". Después de estar desempleado durante casi un año, sin esperanza alguna debido al bloqueo y al confinamiento provocado por el coronavirus, el esposo de Abeer encontró finalmente trabajo en los Emiratos Árabes Unidos. La separación es difícil para la familia de Abeer, ya que ella cuida a su hijo de cuatro años en el Líbano.
"Pero, gracias a Dios, ahora tiene trabajo", dijo Abeer. Anteriormente, Abeer trabajaba como empleada de limpieza en una escuela. Era la forma en que Abeer ayudaba a mantener a su familia. Con un título en gestión hotelera, no ha podido encontrar un puesto en su campo: "A veces tienes que pasar por momentos difíciles solo para apreciar lo que tienes", dice Abeer.
“Jesús es muy misericordioso, nos está ayudando. Nuestra única asistencia es de este centro. Me siento muy bien acogida aquí. Mi hijo tiene sus chequeos y vacunas, todo. Las hermanas aquí son como un rayo de esperanza, porque es un momento muy, muy difícil el que estamos sufriendo en el Líbano ahora".
A pesar de sus luchas, Abeer está convencida:
“Dios nunca nos dejará. Tengo mucha fe. Por eso puedo ponerme de pie. Y le enseñaré esta fe a mi hijo”, dice con convicción.
“El Líbano está devastado. Estamos atravesando el momento más difícil de su historia”, subraya la hermana Marie Justine. "Pedimos, por el bien de la humanidad, solidaridad con el Líbano, que el mundo entero junte sus manos y ayude"