En tiempos de la pandemia producida por el coronavirus, esta ayuda es más necesaria que nunca. Sor Lilly Urakadan, la superiora, dice:
«hemos podido ayudar a 320 familias que sufrían una gran necesidad». Además, las religiosas han creado un centro de cuarentena en su escuela para alojar a las personas que necesitan aislarse debido a la infección por COVID-19, ya que no pueden hacerlo en sus pequeñas casas donde viven juntos numerosos miembros de la familia en un espacio muy reducido. India ocupa el tercer lugar entre los países más afectados por la pandemia.
Pero sor Shobka Rani, a veces, también se dirige a las autoridades locales para «hacer que se muevan». Ha conseguido iluminación con energía solar para una aldea donde varias veces habían entrado elefantes por la noche, desde ese momento los elefantes se han mantenido alejados. Y también, una de las malas carreteras se ampliará por fin en 2021. Estos son grandes avances en un área subdesarrollada y olvidada.
Pero lo más importante es la atención pastoral en la que las religiosas colaboran estrechamente con el párroco. La iglesia es todavía joven en esta región porque la población, perteneciente a diferentes grupos étnicos indígenas, ha pasado de las religiones tribales tradicionales al cristianismo. Su celo por la fe es grande y participan con entusiasmo en la vida de la iglesia, pero necesitan orientación y profundización en su camino. En las aldeas remotas donde no se puede celebrar la Eucaristía todos los domingos, los fieles se reúnen para rezar el rosario u otras oraciones y devociones. Los catequistas que difunden y fortalecen la fe desempeñan un papel importante, las religiosas también son responsables de su continua formación.
Sin un vehículo, el trabajo de una «religiosa itinerante» es muy arduo. Gracias a la ayuda de la Fundación ACN, que donó 930 euros, la orden pudo finalmente conseguir una motocicleta propia. «Desde que sor Shobka Rani consiguió la moto, ha podido duplicar