Los autores han examinado varios niveles de pobreza, tomando como base la clasificación del Banco Mundial; éstos van desde la pobreza extrema, con menos de 1,90 dólares por día, hasta un nivel un poco superior, pero igualmente crítico, por debajo de los 5,50 dólares diarios para subsistir.
En base al peor escenario, con una reducción del 20% en los ingresos, el número de personas en condiciones de “pobreza extrema” podría crecer, pasando de los actuales 434 millones de personas a 992 millones en todo el mundo. En el mismo escenario, las personas que viven con menos de 5,50 dólares al día aumentarían, pasando de 548 millones a 4 millardos. Y las mujeres corren más riesgos que los hombres, porque sus derechos laborales son escasos o nulos.
Además, hasta dos millardos de trabajadores no tienen acceso a la licencia por enfermedad remunerada. Para el Banco Mundial, la pobreza podría tener efectos desastrosos en el Asia oriental y en la región del Pacífico, donde 11 millones de personas caerán en la pobreza más absoluta. Las condiciones ya de por sí precarias, la sobrepoblación y un frágil sistema sanitario son factores que complican aún más el panorama.
Solo considerando Indonesia, podrían morir hasta 240.000 personas si no se implementan medidas de control. La crisis económica como consecuencia del coronavirus, advierten los expertos, podría ser potencialmente “incluso peor que la sanitaria”. En el archipiélago, si bien la tasa de pobreza extrema no es elevada, son muchísimas las personas que viven apenas por encima de este umbral, y de persistir el cierre, se verán arrolladas por la crisis. Lyn Morgain, director ejecutivo de Oxfam Australia, subraya que “si bien hay un cierto número de países del Sudeste asiático que han logrado niveles de ingresos medios”, el desarrollo sigue siendo “irregular”, y en los estratos subyacentes permanecen “índices de profunda pobreza”.
Para contribuir a mitigar el impacto de la crisis desatada por el coronavirus, Oxfam propone un plan de acción con seis puntos que incluyen: financiamiento y planes de rescate para particulares y empresas; cancelación de la deuda; un mayor sostén del FMI y aumento de las ayudas. Además, los activos, los ingresos adicionales y la especulación debieran ser gravados, para poder recaudar fondos adicionales. En términos generales, los gobiernos deberían movilizar al menos 2,5 billones de dólares para sostener a las naciones en vías de desarrollo.