Nunca había estado tan al sur del mundo, pero la acogida que recibió en la región de Los Lagos le llenó de calor el alma.
La comunidad de Puerto Montt y Puerto Varas escucharon atentas el testimonio que monseñor Chahda, obispo siro católico de Alepo, Siria, les vino a compartir.
Es duro para él recordar los cinco años de guerra que interrumpieron toda una historia de convivencia pacífica entre musulmanes y cristianos. El pueblo sirio es muy religioso y las ciudades de Homs y Alepo eran baluartes del cristianismo. Allí, antes de la guerra, el 40% de la población era cristiana, ahora no son más del 1%, constituyendo apenas unas 40 mil personas.
Con el cónsul de Siria.
Aún así es gente que practica su fe, “tenemos Misa en la semana y los domingos la Catedral se llena de fieles”. Una ciudad donde conviven seis ritos católicos, el siro cuyo obispo es Monseñor Chahdahda y también están presentes los maronitas, coptos, latinos, armenios y bizantinos. A ellos se suman, tres comunidades ortodoxas y 3 o 4 comunidades protestantes.
Sin embargo, esta fraternidad se vio rota por los fundamentalistas islámicos que llegaron a matar en nombre de dios. Ellos repiten “Ala es grande” y asesinan.
Fueron cinco años de penurias, sin electricidad y sin agua. ¿Lo imaginan? ¡Una ciudad de 4,6 millones de personas! Tuvimos que hacer pozos en la Catedral y poner tuberías para que los vecinos pudieran acceder al agua para todas sus necesidades.
Los terroristas tampoco permitían el abastecimiento de comida. Sin posibilidades de trabajar, sin comercio. Nos dice monseñor. “¿Cuántos heridos, cuántas víctimas, cuánto sufrimiento?”
Colegio Puerto Varas
Muchos huyeron de la ciudad y la Iglesia se hizo cargo de las necesidades de la población. “Sólo la fe nos salvó y nos ayudó a resistir”, afirma el prelado. “En Alepo hay mártires vivos, no perdieron la vida, pero son mártires por su testimonio, su cercanía a la fe”. Todo gracias a la generosidad de instituciones como Ayuda la Iglesia que Sufre que han estado presentes brindando ayuda en todas las etapas del conflicto.
Hoy la realidad es otra y monseñor quiere compartir esa alegría. El 12 de diciembre de 2016, milagrosamente los islamistas dejaron la ciudad y los alepinos han podido empezar una nueva etapa. Un tiempo de esperanza que busca reconstituir las confianzas y sembrar esperanzas.
Una etapa en la que piden que occidente no los abandone porque lo que desean de corazón es no abandonar estas tierras. Lugares donde el cristianismo llegó mucho antes que el islam. Donde vivió Jesús; esta tierra es Santa. Ellos necesitan reconstruir, trabajar, estudiar,… y seguir en Siria.
“En Alepo la gracia de Dios se siente, sino cómo nos explicamos que frente a tanto dolor, nadie haya perdido su fe. Siempre tuvimos Misa y la gente nunca abandonó los sacramentos.”