Mientras celebraba Misa a cinco feligreses, el padre Jacques Hamel murió asesinado por terroristas del autodenominado Estado Islámico, en un pueblo del sur de Francia.
ACN, jueves 26 de julio de 2018 – Su muerte causó horror, a los pies del altar, mientras celebraba la Misa. A sus 85 años fue ultimado por terroristas. Pero su sangre no ha sido derramada en vano. Desde Roma, el Papa Francisco, pidió, en abril, que se acelerara su proceso de beatificación como “mártir de la fe”.
A dos años de su muerte, su ejemplo aún resuena y como señaló el Santo Padre: los mártires de hoy «son la sangre viva de la Iglesia, sacan adelante a la Iglesia»
El proceso se abrió oficialmente en abril y avanza con rapidez, por dos razones apuntadas por el padre Paul Vigouroux, encargado de conducirlo. La primera, la edad de los testigos de los hechos: algunos tienen más de 85 años. En segundo lugar, el deseo del Papa de hacer de la figura del padre Hamel un símbolo de la persecución que sufren los más humildes, y en particular los cristianos que dan la vida, de modo anónimo, en los países donde abunda el fanatismo islamista.
Para el padre Vigouroux, el proceso de beatificación de Jacques Hamel marca también un hito en la historia nacional: sería el primer sacerdote mártir de Francia desde la Guerra de la Vendée. El carácter religioso de su sacrificio está fuera de dudas para los expertos. Además de las circunstancias de su muerte, varios testigos afirman haberle oído decir a su asesino: «Apártate Satanás». Según el postulador de la causa, «el padre Hamel no se dirigió a la persona que le asesinó sino al mal que le habitaba; respondió a la violencia con el amor, como un cristiano».
El padre Jacques, se había jubilado hace casi una década, pero seguía trabajando como cura auxiliar en la iglesia Saint Etienne-du-Rouvray, un suburbio de Ruán, al noroeste de Francia. Y por esos días, suplía al párroco, Auste Moanda-Phuati, para que éste hiciese uso de sus vacaciones.
El párroco contó a la prensa: “Era valiente. Los curas pueden jubilarse a los 75 años, pero él prefirió trabajar al servicio de la gente porque todavía se sentía fuerte”, le dijo Moanda-Phuati al diario francés Le Figaro.
Los días posteriores a su muerte, muchos de sus feligreses lo recordaron con cariño. Y, de a poco, gracias a esos testimonios, el resto del mundo lo comenzó a conocer.
Quienes lo tuvieron como sacerdote, dicen que Jacques Hamel era un hombre dedicado y valiente que había prometido servir a la iglesia “hasta su último aliento”. “¿Has visto alguna vez a un pastor retirado? Trabajaré hasta mi último aliento’, solía decir, riendo”.